El avenimiento del presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, a la investidura de Mariano Rajoy tras consumar una pirueta desde aquella exigencia inicial de que se apartara dejando sitio a otro candidato, deja el proceso de elección de presidente en la simplicidad de una decisión, la que debe tomar el PSOE que, a día de ayer, seguía instalado en el rechazo a Rajoy que lleva a otras elecciones. No existen dudas sobre que el PP va a asumir las condiciones de C’s, aunque luego las traslade a la práctica a la manera de Rajoy, es decir, del peculiar modo en que éste ha aceptado la urgencia de Rivera por determinar la fecha del Pleno investidura... yéndose de puente a Sanxenxo y posponiendo esa decisión al menos una semana, hasta después del Comité Ejecutivo de su partido el próximo miércoles 17. Esa asunción, aun particular, de las condiciones de Ciudadanos junto con la subsiguiente negociación, aun innecesaria salvo para que Rivera se justifique, situarían la investidura, como pronto, en la semana a caballo entre agosto y setiembre. Para entonces, el PSOE habrá tenido que tomar una decisión respecto a si se mantiene en el rechazo que forzaría unas terceras elecciones o permite el gobierno en minoría del PP con la abstención o ausencia de al menos 11 de sus diputados, número imprescindible para que los 169 de PP+Ciudadanos (170 si sea añade CC) ganen la segunda votación de la sesión de investidura, 48 horas después de la primera, por mayoría simple. Así, que los socialistas emplacen a otros acuerdos “con afines” no es sino un vano intento de apartar de sí ese cáliz. En primer lugar, porque tras las de Ciudadanos las mayores, casi únicas, afinidades con el PP, como muestran los reiterados acuerdos -desde el que dio el gobierno de la CAV a Patxi López a la reforma del art. 135 de la Constitución para la estabilidad presupuestaria, pasando por lo que ambos partidos consideran políticas de Estado- las presenta el PSOE. En segundo lugar, porque fue el PSOE el que ya llegó, en el intento de investir a Pedro Sánchez tras el 20-D a un acuerdo similar con Ciudadanos. Y en tercer lugar porque el rechazo del PNV, explicitado de nuevo ayer por Itxaso Atutxa, a un gobierno de Rajoy por su actitud indolente, si no insultante, para con las prioridades de Euskadi y el veto de Ciudadanos a un acuerdo que incluya al nacionalismo catalán hacen imposible cualquier otra alternativa.