Los resultados de la segunda vuelta de las elecciones municipales italianas, en las que se renovaban las alcaldías de 126 ciudades, son algo más que una seria advertencia al Partido Demócrata del primer ministro Matteo Renzi de cara al referéndum sobre una reforma constitucional que este pretende en octubre. La derrota en Roma y sobre todo Turín a manos de las candidatas del Movimiento 5 Estrellas (M5S), que superaron el 67% y el 54% de los votos respectivamente, confirman que la fortaleza electoral de la formación antisistema que fundara el cómico Beppe Grillo hace solo 7 años es estable, que los más de ocho millones de votos que obtuvo en las elecciones generales de 2013 -con el 25,5% el M5S fue la fuerza más votada, aunque la coalición del PD de Renzi (25,4%) y el Pueblo de la Libertad (21%) diera el gobierno al actual primer ministro- no eran flor de la novedad y que la grieta abierta entre la sociedad y el sistema de partidos italiano que impulsó al M5S se mantiene si no se acrecienta. Prueba evidente es que si Renzi puede minimizar la derrota es solo porque aún le ha ido peor al centroderecha y especialmente al Forza Italia de Silvio Berlusconi. Ahora bien, leer los resultados de las elecciones italianas -tanto estas municipales como las anteriores parlamentarias- en clave únicamente transalpina supondría el error de obviar que la corriente ideológica pujante en Europa en la segunda mitad del siglo pasado, la socialdemocracia que representaron Willy Brandt u Olof Palme y posteriormente Schröeder o Blair, atraviesa una crisis existencial, de ubicación ideológica y de horizontes y realizaciones que ofrecer a la ciudadanía Y que en todos los casos -sea el Pasok griego, el PSOE español , el PSF francés, el PD italiano...- esa crisis se inicia con la implementación de medidas socioeconómicas consideradas neoliberales por su propias bases que ya costó el poder al SPD alemán de Schröeder tras una brutal caída de militantes (cerca del 40%) en tres décadas. Perdida la batalla del discurso social frente a las nuevas izquierdas que se esfuerzan por igualarla con el liberalismo en cuanto a su papel servil frente a la economía de mercado y perdida la capacidad de movilización que le dieron los avances sociales del siglo XX, la socialdemocracia que encauzó la Europa del desarrollo humano el pasado siglo no termina de hallar el modo de reinventarse. Y de no hacerlo estará condenada a desaparecer.
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