la disidencia de la izquierda aber-tzale dio ayer carta de naturaleza pública a su escisión al anunciar un proceso constituyente asambleario de creación de un nuevo “proyecto político de unidad popular”, en el que sus promotores no descartan la fundación de una organización o partido que incluso pueda competir política y electoralmente con Sortu y EH Bildu. La escisión ha sido siempre uno de los grandes temores que han albergado los dirigentes de la izquierda abertzale oficial, sobre todo tras el cambio estratégico que supuso la imposición a ETA del fin de la lucha armada, la asunción de las vías legales, el rechazo de la violencia y la aceptación del juego político institucional. Las escisiones son momentos convulsos en todas las organizaciones, pero también pueden suponer una magnífica oportunidad de renovación y fortalecimiento del proyecto. Y de soltar lastre. En los últimos tiempos, Sortu tenía ya asumido que habría una escisión en su seno, dada la actitud y posicionamientos de los disidentes, profundamente radicalizados. Si la división se limita al proyecto y a las personas que presentaron ayer en Bilbao Askatasunaren Bidean, la dirección oficial de la izquierda abertzale estará, a buen seguro, tranquila y satisfecha. El pasado miércoles, el dirigente de Sortu Arnaldo Otegi -a quien los escindidos eluden nombrar y se refieren a él como “líder supremo del reformismo”- definió a esta facción como “una parte marginal de la izquierda abertzale que sigue anclada en un pensamiento más propio del pasado que del futuro”. Escuchado el discurso y leídos los seis folios de la presentación pública de Askatasunaren Bidean, hay que concluir que Otegi tenía toda la razón: su ideario es una mezcla de marxismo-leninismo trasnochado, dialéctica revolucionaria con aroma a naftalina, llamamientos a la insurrección en una realidad inexistente y nula apuesta por las vías democráticas -“queremos destruir y hacer añicos el sistema de raíz”-, todo ello mezclado con un lenguaje muy viejo y extemporáneo. Además, aunque aseguran que no se han planteado la vuelta de la violencia, nada en sus palabras y actitudes hace pensar que lo descarten o lo deslegitimen, más bien al contrario. La izquierda abertzale necesita seguir dando pasos, pero no hacia atrás, como propugnan estos disidentes minoritarios que sólo añoran tiempos pasados felizmente superados.