Ese es el resumen de nuestra sociedad. Pero no es el único ejemplo. ¿Cuántas personas han decidido tomar un café en un bar y han escuchado la típica discusión de barra sobre fútbol? Señores que pelean sobre la venta de un jugador, la ineptitud de un entrenador, o el penoso espectáculoque ofreció el equipo.

Históricamente se empleaba un proceso psicológico para tener al pueblo calladito y sin quejarse. “Al pueblo pan y circo” afirmaban los emperadores de la Antigua Roma; más tarde fue la religión la que permitía controlar a la plebe ante la amenaza de un infierno inexpugnable del que ningún pecador podría escapar.

Y así vamos. Entre partidos de fútbol y cotilleos pasa la vida de un alto porcentaje de la población, sin plantearse más allá, dejando que recorten nuestros derechos, sin quejas, sin gritos, sin manifestaciones. Sólo salir a la calle para que gane Pepito Pérez un programa que no genera empleo, no impide el tráfico de influencias de la clase política. No vale para nada, pero cumple su labor. Silenciar a las masas, que no piensan por sí mismas. Y tú, ¿te conformas también con pan y circo?