La multitudinaria manifestación que recorrió ayer las calles de Bilbao bajo el lema Amnistiaren norabidean, euskal preso eta iheslariak etxera (En dirección a la amnistía, presos vascos a casa) tenía un doble objetivo para sus organizadores. Por una parte, volver a mostrar apoyo a los reclusos de ETA y su entorno y reclamar, aunque de manera ambigua, su libertad y, por otra, y mucho más importante en estos momentos, exhibir fortaleza y unidad en la adhesión a las tesis oficiales en el pulso abierto entre la dirección de la izquierda abertzale -con el apoyo explícito de muchos presos y dirigentes históricos- y los disidentes. Un pulso que se ha intensificado en las últimas semanas y que culminó con la marcha de ayer, aunque a la vista de las posiciones encontradas difícilmente puede considerarse zanjado. Lo que parece meridianamente claro es que la opción oficial consistente, básicamente, en que los presos asuman la legalidad penitenciaria y puedan acceder, así, a beneficios como progresiones de grado, acercamientos o incluso la libertad condicional -vías expresamente prohibidas hasta ahora por ETA y el colectivo EPPK- se han impuesto de forma abrumadora en las bases de la izquierda abertzale. El hecho de que las iniciativas hayan surgido -desde la primera comparecencia en Durango hace ya más de dos años hasta la convocatoria de ayer- de pesos pesados históricos de ETA y del MLNV aporta, además, un plus de unidad y cohesión a esta novedosa opción. Otra cosa será la elección que tome cada uno de los presos, toda vez que prácticamente la mitad de ellos no podrán acceder a beneficio alguno y muchos otros no son favorables a asumir ahora una legalidad que siempre han rechazado. Es esta, precisamente, la baza de los críticos, aglutinados en torno al llamado Movimiento pro amnistía y contra la represión -conocido como ATA-, que el pasado 2 de marzo reunieron a un millar de personas en favor de la “libertad sin condiciones” de los presos y que esta pasada semana han enviado una carta a todos los reclusos en la que les piden rechazar la legalidad penitenciaria y las salidas individuales. Es en esta lectura interna de lucha y división y de llamamiento a la cohesión del colectivo donde hay que situar la manifestación de ayer, que mostró una vez más la capacidad de movilización de la izquierda abertzale y que dejó clara la apuesta por la vía oficial de reinserción. Un paso más hacia la normalización.
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