la locomotora alavesa quizás aún no eche humo a todo tren ni haya cogido velocidad de crucero, pero al menos ha arrancado y las Juntas Generales pusieron ayer los primeros raíles para la andadura de esta legislatura. Dejando atrás cuatro años en blanco -ya sea por la paralizante crisis económica, pero también por la inacción y la falta de iniciativa del anterior equipo del PP, gobernante en solitario y en minoría- y la inercia de unos presupuestos prorrogados, el diputado general Ramiro González logró ayer aprobar en la cámara foral -con la mayoría absoluta que sumaron PNV, Bildu y PSE- un proyecto para 2016 que supone la inauguración de un nuevo escenario político y dota a la Diputación de una herramienta fundamental para dibujar el futuro de Araba. Los nuevos presupuestos, es cierto, no ofrecen grandes alegrías en las cifras -no son todavía las cuentas de la ansiada recuperación económica- ni grandes proyectos estrella. Pero sí imprimen un giro a la política alavesa y hacen gestos significativos -y cuantificados- hacia las estrategias de equilibrio territorial, la apuesta por Álava como nudo logístico, las políticas sociales y el fomento del euskera, precisamente cuatro de las grandes áreas olvidadas en la anterior legislatura. Se ponen las bases, en definitiva, para que este mandato no pase en balde. Pero el proyecto que aprobaron ayer las Juntas Generales esconde también el importante valor político de un acuerdo de calado entre diferentes. La inédita entente de jeltzales, socialistas e izquierda abertzale para sustanciar las políticas del cambio en Araba abre nuevas puertas y perspectivas en una política foral, marcada hasta ahora por la inestabilidad. Y resulta especialmente significativo el papel que ha asumido EH Bildu, que con su primer compromiso presupuestario en Araba sienta un importante precedente en la trayectoria de la izquierda abertzale histórica desde los tiempos de Lizarra. En un ejercicio de pragmatismo y vocación de cobrar capacidad de actuación en las políticas efectivas, el grupo de Kike Fernández de Pinedo -que en la tribuna que publica hoy en DNA ilustra con la gráfica metáfora de “pisar el barro”- hace una apuesta que políticamente le puede rentar más que estar en la trinchera. Se trata, en definitiva, de una apuesta por subirse a ese tren que arrancó ayer en Araba una nueva andadura.