Son incorregibles. Parten de la base de que la alternativa a una vida justa es una vida de terrorista y delincuencia. Y tal vez esta mujer de consumo masivo se lo gane legalmente o pague impuestos. Pero no se les alcanza que si la experiencia de Lucía Caram, y de cualquiera que quiera verlo, es que muchas personas no tienen lo imprescindible y no disponen de oportunidades de vida digna, el actual acuerdo social no es adecuado y hay que exigir otro donde se pueda hablar de qué riqueza, qué empleo, qué fiscalidad, qué sostenibilidad o qué función social de la propiedad y las plusvalías vamos a aceptar como mínimos de justicia para la vida digna de todos.
Si no te haces esta pregunta, ¿cómo puedes acusar de ignorancia económica a otros? Querrás decir que les acusas de no dar por bueno el acuerdo social o que te molesta que cuestionen tu status quo. Daban por bueno que si alguien utiliza las plusvalías a su antojo una vez cumplida la ley, nada cabe decir pues para ellos lo legal, lo legítimo y lo justo son lo mismo. Si hay que plantearse otro acuerdo social más justo, ni se les pasa por la cabeza. Lucía Caram les parecía un alma tan buena como cándida e ignorante. ¡Qué satisfacción intelectual da ignorar cualquier planteamiento social que te pueda perjudicar!