el triunfo del Frente Nacional de Marine Le Pen en las elecciones regionales francesas es una mala noticia para Europa y ha dejado al país vecino en estado de shock. De hecho, ésta fue ayer una de las expresiones más utilizadas en las portadas y artículos editoriales de la prensa gala para expresar el disgusto y la preocupación que despierta el avance que está experimentando el partido de extrema derecha elección tras elección. Este domingo, el Frente Nacional consiguió que uno de cada cuatro franceses que acudieron a las urnas optara por sus papeletas, unos resultados históricos que sitúan a esta formación por delante de la agrupación de centro derecha que representa Nicolas Sarkozy y de los socialistas liderados por François Hollande y Manuel Valls. La preocupación aumenta porque se trata de la tercera convocatoria que gana el partido de Le Pen tras las elecciones europeas de 2014 y las municipales de marzo de 2015, y porque presagia una ola azul Marina -como la denominan ya en Francia- para las presidenciales de 2017. Los especialistas y analistas del fenómeno de extrema derecha hablan de una fuerza que ha desarrollado un discurso demagógico en torno a los asuntos que preocupan a los ciudadanos franceses, como la inmigración económica, los refugiados, los atentados terroristas, la existencia de una gran masa de árabes y musulmanes viviendo en Francia, el paro o las consecuencias de la crisis económica, frente a un discurso impreciso de la derecha y la izquierda tradicional, incapaces de explicar a sus conciudadanos cuál es el modelo de sociedad que ofrecen. El hecho es que un partido reaccionario y xenófobo, inspirado en una ideología contraria a los valores republicanos de libertad, igualdad y fraternidad, sigue incrementando el apoyo que le presta la ciudadanía francesa. El próximo domingo se celebrará la segunda vuelta de las regionales y los partidos de centro derecha e izquierda disponen de una semana para instaurar sus alianzas e impedir al Frente Nacional el acceso a los gobiernos de la mitad de las regiones francesas. Para eso necesitan movilizar a una parte significativa del censo que no quiso participar en la primera vuelta. Pero los resultados electorales indican la existencia de un problema más profundo que supone una amenaza para todos los europeos.
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