Junto a las lógicas repulsas y las reacciones más viscerales, los atentados de París han dado lugar a un corolario de mensajes que no son tanto una consecuencia como un afloramiento de sentimientos que estaban ahí antes. Es sencillo identificar el discurso xenófobo en las voces que tradicionalmente se han manifestado en esos términos en partidos políticos de toda Europa. Son los mismos que ya agitaban el miedo, la inseguridad ante la diferencia, cuando no la criminalización. Lo difícil es poner freno a la retroalimentación de sus propias ideas que obtienen tanto los terroristas como las fuerzas xenófobas. Porque, objetivamente, en Europa hay hoy más miedo que hace una semana y un porcentaje nada despreciable de la población de los países de la UE que dudaba en el pasado inmediato sobre cómo afrontar las crisis humanitarias que han llegado a las puertas del continente, es hoy directamente contrario a contemplar a los refugiados como personas a asistir y sí como un riesgo difícil de medir. Ante esa tesitura, es fácil pretender evitar ese riesgo elevando muros. En el otro extremo, esta dinámica de acción y reacción alimenta el discurso del extremismo yihadista en los mismos términos que en el pasado lo hizo con Al Qaeda. Es un fenómeno diferente en su metodología, pero que aprovecha las mismas incongruencias que ya existían. François Hollande realizó ayer un discurso en el que hizo hincapié en la unidad nacional, la firmeza policial y militar y el endurecimiento de la legislación. Es un modelo que calca la acción de la administración estadounidense tras el 11-S y que llevó a una dinámica cuyas consecuencias tienen mucho que ver con el panorama actual. Acción y reacción, una vez más. En los discursos que se confrontan conviene evitar el populismo fácil y hacerlo poniendo en orden algunas ideas fundamentales. En primer lugar, que el fenómeno de la xenofobia en Europa es anterior al terrorismo yihadista. Son las mismas voces y enfoques reforzados por el miedo. Además, que el sistema de terror del ISIS es anterior a la intervención europea en Siria y se aplica, mayoritariamente, contra los propios musulmanes sirios, iraquíes y kurdos. Y, en todo caso, que los refugiados que ayer morían en las costas europeas huyendo de la guerra no se han convertido en asesinos por el mero hecho de pisar Europa.