las jornadas sobre Los valores de la autocrítica celebradas este fin de semana en Donostia o la decimotercera edición del seminario que la Fundación Fernando Buesa ha dedicado este año a aprender a vivir en paz, ofrecen las enriquecedoras oportunidades de escuchar testimonios teóricos y prácticos sobre la importancia y el beneficio que conlleva el ejercicio de la revisión crítica del pasado para favorecer la convivencia tras décadas de violencia y enfrentamiento en nuestro país. Víctimas que han sufrido en primera persona la barbarie bajo reivindicaciones de distinto signo, personas que han ejercido la violencia, responsables políticos, institucionales y religiosos o expertos en distintas áreas han ofrecido su visión y han compartido su experiencia bajo el denominador común de la necesidad de que todos, desde su ámbito y diferente nivel de responsabilidad, hagamos autocrítica sobre la actitud mantenida en el pasado como paso imprescindible para asentar la convivencia. Testimonios como los que dejaron en la Fundación Buesa Patxi Eola y Pili Zabala o los que han realizado ahora en las jornadas de Donostia Andoitz Korta, Mari Carmen Hernández -familiares de víctimas de ETA- o Carmen Gisasola -expresa de la vía Nanclares- para hacer y exigir una revisión crítica, son un aldabonazo e interrogan directamente a la sociedad en general, y a los responsables políticos en particular, y dan la medida del ejemplificador ejercicio de empatía y convivencia que deben servir de acicate para el asentamiento de la paz. La actitud del exconsejero de Interior Juan Mari Atutxa, que hizo pública una carta que envió a las familias de Josean Lasa y Joxi Zabala al día siguiente de los incidentes con la Ertzaintza que tuvieron lugar durante el entierro de los dos presuntos miembros de ETA secuestrados y asesinados por los GAL y que volvió a hacer autocrítica sobre esa actuación, y el abrazo con que la hermana del segundo acogió el gesto suponen también ejemplos sinceros e hitos hacia la reconciliación. Falta aún mucho, no cabe duda, pero el camino está abierto. Toda la sociedad está concernida, pero en especial quienes ejercieron, jalearon o ampararon la violencia y por ello es cada vez más necesario el reconocimiento concreto y claro por parte de la izquierda abertzale de la injusticia de los crímenes de ETA. Ejemplos tiene para ello.
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