Uxue Barkos fue elegida nueva presidenta de Navarra en una sesión de investidura que, además de exponer la diferencia entre los discursos y posiciones del pasado y las propuestas de presente y futuro -el debate entre Barkos y Esparza fue exponente de ello-, evidenció que esta comunidad es mucho más rica en matices, planteamientos, actitudes y pluralidad que el reduccionismo maniqueo al que se le ha sometido en las últimas décadas y al que algunos aún se aferran desesperadamente. Y basta repasar las intoxicaciones y falsedades que se dicen, oyen y escriben con total impunidad sobre la sociedad navarra para ver el alcance de la impostura y el coste humano que ha tenido para Navarra su uso como objeto de interés partidista, mediático y político. La elección de Barkos como presidenta del Gobierno cierra una etapa para Navarra y abre la puerta a un nuevo tiempo, a una nueva forma de ejercer la política y el uso de los recursos públicos y a un nuevo espacio de convivencia. Esos serán los tres ejes de la acción de gobierno. Prioridades en la recuperación de los derechos sociales y las prestaciones públicas y en la creación de empleo y el impulso económico. Obsesión con la igualdad de oportunidades, la solidaridad con los menos favorecidos y la justicia social. Apuesta sin medias tintas por la ética política y la participación democrática. Y superación de las estrategias de confrontación entre navarros y navarras como argumento para el logro de objetivos políticos. Las claves de un estado de bienestar moderno y progresista y de una sociedad avanzada en la democracia y la convivencia. Un discurso y un programa que sitúan al Gobierno de Barkos en el espacio que comparte la inmensa mayoría de la sociedad navarra. La puerta abierta al PSN -su abstención es un paso importante para construir ese nuevo modelo político de Navarra-, y la mano tendida a UPN no debieran caer en saco roto, más allá de que asuman su derecho democrático a ejercer la oposición. El escenario de juego es el siglo XXI, las reglas están recogidas en el programa de gobierno y el público es una sociedad navarra más ilusionada y expectante que preocupada, pese a lo que digan los portavoces más extremistas del viejo régimen. Navarra tiene una oportunidad de avanzar. Haber acertado más que errado dentro de cuatro años será para Navarra mucho más importante de lo que quizá les parezca ahora a unos por la ilusión del cambio y a otros por la amargura de la derrota tras décadas de poder. Un gran reto para Barkos.