el Gobierno del cambio ya tiene nombres y apellidos. Lo integran nueve consejeros de un marcado perfil profesional, con una acreditada solvencia en las distintas actividades que han desempeñado y, seguramente lo que es más destacable, con un profundo conocimiento de los respectivos departamentos que comenzarán a dirigir a finales de la próxima semana. En definitiva, se culmina de esta forma el diseño que defendió desde el primer momento Uxue Barkos, partidaria de formar un Ejecutivo que ni es de coalición, ni integrado a través del clásico reparto de carteras en función de las cuotas de representación que correspondería a cada una de las siglas que lo han negociado. El resultado de este sesudo trabajo es del agrado de todas las formaciones que garantizan la investidura de la líder de Geroa Bai, con la sorpresiva salvedad de Podemos, que mostró su disconformidad con la estructura de este Gobierno. No obstante, su distanciamiento parece responder sobre todo a una cuestión táctica, motivada por el deseo de mantener una cuota mayor de independencia para poder marcar un discurso propio durante la legislatura y exigir, desde el Parlamento, el cumplimiento del detallado acuerdo programático cuya firma tiene lugar esta mañana. Es cierto que tanto EH Bildu como Izquierda-Ezkerra hubieran preferido participar de este Ejecutivo con alguno de sus cargos orgánicos, pero han aceptado de buen grado la exigencia de la próxima presidenta y han participado en la confección de su Gabinete. Con este planteamiento, Barkos pretende que las disputas ordinarias que sin duda habrá entre las fuerzas del cambio no intercedan en el quehacer diario del próximo Gobierno, que tiene por delante el considerable reto de mejorar el bienestar de la Comunidad Foral, tras una aciaga legislatura en la que se han disparado, entre otros, los datos del desempleo y la deuda pública. Este Ejecutivo, paritario, transversal y de corte técnico, tiene también el compromiso de acabar con la confrontación entre navarros que ha alimentado el régimen desalojado del poder en las urnas, atender a los más necesitados, y reactivar la alicaída situación económica de la Comunidad Foral. Todo un desafío que Barkos asume con un equipo a su medida, con el que confía en consolidar el Gobierno “capaz y duradero” que prometió en el campaña.
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