La reivindicación del derecho a decidir vivió el domingo un nuevo capítulo con los actos organizados por la plataforma ciudadana Gure Esku Dago en Euskal Herria. Miles de personas acudieron a los estadios de San Mamés, Baiona y Anoeta, la plaza de toros de Iruñea y las calles de Gasteiz en apoyo a lo que los organizadores denominaron el comienzo de “la etapa de la decisión”. La exigencia de que la ciudadanía vasca pueda decidir libre y democráticamente su propio futuro y su organización sigue vigente y no solo es absolutamente legítima sino que está basada, precisamente, en la voluntad social. Hay que reconocer, en primer lugar, que la convocatoria, con resultar multitudinaria, no obtuvo el respaldo esperado. La apuesta era, sin duda arriesgada y pudieron verse en los estadios amplias zonas vacías. A ello contribuyeron varios factores, además del nada desdeñable de que los actos tuvieran lugar el primer y soleado fin de semana de verano. La dispersión de los actos de ayer en las cinco capitales vascas pudo restar también presencia, al percibirse no como un acto unitario y estratégico de exhibición de fuerza sino como una cita más. Asimismo, la multiplicación de convocatorias de diversa índole en las que se insta a la ciudadanía a apoyar una reivindicación como el derecho a decidir sin que, a priori, pueda atisbarse un horizonte de materialización real contribuye al cansancio social y puede generar frustración. No cabe duda de que la energía social en un proceso de estas características es consustancial al propio movimiento y al objetivo planteado, pero ésta debe canalizarse de la manera y en el momento adecuados. La situación real del proceso soberanista en Catalunya, que fue un espejo en el que se miró Gure Esku Dago para comenzar su andadura, es también un elemento a tener en cuenta, ya que tanto la consulta alternativa celebrada -anulada después por el Tribunal Constitucional- como las elecciones plebiscitarias que se celebrarán en otoño -y sus consecuencias políticas- no deberían ser el objetivo que persiga la ciudadanía vasca. Euskadi quiere decidir su futuro, quiere votar y quiere hacerlo en un referéndum de forma legal, acordada y libre. Quiere urnas, como se reivindicó ayer, y quiere ponerlas de manera impecablemente democrática.