Recién elegido alcalde, Gorka Urtaran se fijaba ayer como uno de los retos de su gobierno “recuperar la convivencia”. A la luz de las escenas vividas ayer en la plaza Nueva, evidencia de una crispación social consecuencia de la propia crispación política anidada en el Consistorio en los últimos tiempos, el reto es de una envergadura tan considerable como obvia es la responsabilidad política en ese tensionamiento que vive Gasteiz y como notoriamente mejorable ha resultado el proceso negociador multilateral que ha desembocado en prácticamente tres días de guerra de nervios. Se equivocarán los partidos del Consistorio si la lección que extraen de todo este rocambolesco proceso de investidura de alcalde es una lectura melancólica de agravios, pequeñas victorias y rencillas. Es cuando menos aventurado pretender estar en posesión de la verdad sobre qué quiere la ciudadanía -la ciudadanía en términos generales, no la que le vota a uno-, pero probablemente ande lejos de pasar cuatro años de parálisis institucional, de incomunicación y de enfrentamiento. Es difícilmente entendible lo que ha ocurrido con el candidato a alcalde más votado en estas elecciones sin tener en cuenta una manera de gobernar que fue derivando precisamente hacia estrategias de enfrentamiento, soledad y crispación. Ahora bien, el reto de Urtaran y del PNV, tercera fuerza del Ayuntamiento impulsada hasta la Alcaldía, es precisamente no olvidar esa condición de tercera fuerza ni la razón que ha propiciado un apoyo de otras fuerzas que habría resultado difícilmente posible en otras circunstancias. Un nuevo gobierno municipal que nace tras la nada inédita decisión del PSE de esgrimir el agravio de Andoain para deshacer el acuerdo en Gasteiz, de manera que habrá que ver en qué medida afecta ese gesto a la alianza de gobernabilidad PNV-PSE que daría al equipo de gobierno nueve concejales, los mismos que el PP. Así que, efectivamente, el reto de Urtaran, más que de nadie de él y su partido pero también del resto de fuerzas que integran el Consistorio gasteiztarra, es el de “recuperar la convivencia” y eso pasa por empezar a tender puentes y buscar puntos de encuentro; porque no sólo es un reto, sino que es una responsabilidad y pura necesidad. El espectáculo vivido en torno a la Alcaldía de Gasteiz en los últimos tiempos ya ha sido suficiente.
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