han hecho falta más de tres años, casi toda una legislatura, para que hayamos oído por fin al presidente del Gobierno español su opinión sobre la situación que vive Euskadi desde que ETA anunciara su renuncia al uso de la violencia. Sucedió ayer en el Senado, en respuesta al jeltzale Jokin Bildarratz, quien reprochó a Mariano Rajoy haber desperdiciado una oportunidad histórica por no haber alcanzado con las instituciones vascas acuerdos que aseguraran un final ordenado de la violencia terrorista y una apuesta decidida por la normalización de la convivencia en Euskadi. El presidente español fue tajante: no existe ninguna posibilidad de acuerdo con el Gobierno de Iñigo Urkullu mientras ETA no se disuelva. La declaración viene a confirmar con palabras lo que el Ejecutivo del PP ya había dado a entender con hechos: que no hay nada que hablar con las instituciones vascas, que ETA sigue existiendo y que confían a la acción policial y judicial su desaparición. Rajoy se ha limitado durante toda la legislatura a ningunear a las instituciones vascas y ha respondido con el silencio a la voluntad de entendimiento y a las muestras de lealtad con que ha actuado el lehendakari Urkullu. Es evidente que no ha sentido ninguna necesidad de dar pasos en materia de normalización y pacificación y cabe deducir que ha antepuesto otro tipo de consideraciones, algunas derivadas de las actitudes de venganza que se intuyen en sectores políticos y sociales próximos al PP y otras más cercanas al mero cálculo electoral, siempre con la excusa del respeto a las víctimas de la violencia de ETA como justificación. La legislatura de Rajoy llega a su fin y la sociedad vasca observa perpleja la actitud de dejadez e irresponsabilidad que ha caracterizado la inacción del Gobierno del PP en esta materia: no se dado ningún nuevo paso en las políticas de reparación del daño causado a las víctimas; se ha suspendido cualquier política penitenciaria que promoviera la reinserción de quienes renuncien al uso de la violencia; y no se ha planteado ninguna iniciativa para asegurar el desarme definitivo de ETA o el diseño de una vía ordenada que asegure su disolución y desaparición definitiva. Rajoy clausura una legislatura con un balance escandaloso en estas materias que quedan pendientes en el calendario para quien alcance la responsabilidad de gobernar España.