Próximamente nos encontraremos en procesos electorales que conllevarán decidir y elegir a los candidatos que respondan de alguna manera a nuestras expectativas sociales, económicas, educativas, sanitarias; en definitiva, votar a aquéllos que den respuesta acertada a nuestros objetivos y necesidades. La doble cuestión será acertada siempre y cuando la coincidencia sea máxima entre lo que solicitan los votantes y lo que prometen los elegibles.

Un político ideal sería el que en la práctica se aparte del promedio y persiga un objetivo utilitarista, buscando siempre el máximo bien para la sociedad y se comporte de modo honesto, aplicando principios de recta conducta y perseverando en la concreción de los mencionados objetivos propuestos en su campaña. La tarea de los votantes consistirá en identificar a ese político que promete lo factible, que no vende solo expectativas, ni falsas promesas. El perfil ideal del político requeriría combinar y poseer los siguientes requisitos: credibilidad, confianza, capacidad, honradez u honorabilidad, ética, personalidad, carisma, humildad, capacidad para consensuar o convencer, prudencia y fe en sí mismo.

Las próximas elecciones municipales y forales van a servir para diagnosticar la situación económico-social de la ciudadanía vasca ante los líderes próximos que desean tomar las riendas de los municipios y diputaciones forales. El pueblo vasco, responsable siempre en estas contiendas electorales, sabrá dar la respuesta acertada en su elección, ya que de ello dependerá el derecho a decidir de nuestro pueblo.