la posibilidad de que Syriza gane las elecciones generales helenas del 25 de enero -una opción cierta por la ventaja del partido de Alexis Tsipras en las encuestas- disgusta a los gobiernos de las derechas europeas hasta el punto de que ayer mismo el presidente español Mariano Rajoy viajó a Atenas para advertir sobre “los bandazos e incertidumbres” que representan las respuestas izquierdistas, de la misma forma que la canciller alemana Angela Merkel filtraba recientemente a la revista Der Spiegel su determinación de expulsar a Grecia del euro si la formación radical llega al poder y cumple con su promesa de poner coto a las reformas impuestas por la ortodoxia comunitaria. Estos avisos realizados con cierto tono apocalíptico en los últimos días de la campaña electoral griega suponen un chantaje en toda regla a un pueblo sumido en una verdadera crisis social y humanitaria por mor de los recortes exigidos por la troika a cambio de los dos rescates por valor de 240.000 millones, una dependencia que ha disparado la deuda pública hasta el 177%. Resulta toda una afrenta que Merkel y Rajoy pretendan desestabilizar los comicios griegos cuando sus dogmas economicistas, precisamente los que Syriza combate, han facultado que el paro en el país heleno supere el 50% entre los menores de 25 años, un tercio de la población se halle bajo el umbral de la pobreza, tres millones de personas no dispongan de cobertura sanitaria normalizada, los ingresos en los hogares se hayan reducido hasta un 40% desde 2009 o hayan cerrado desde el inicio de la crisis más de 200.000 pymes, por citar sólo algunas cifras escandalosas. Un austericidio que la canciller alemana soslaya porque concibe a los habitantes del resto de Europa como meros productores baratos y consumidores a doblón. Una dictadura de la macroeconomía que amplía la brecha social en toda la Unión, pero particularmente entre los Estados del norte y del sur. Esa es la desigualdad que Merkel, Rajoy y los neocon europeos quieren consolidar, y de ahí el aviso al navegante Tsipras para que todos los partidos que defienden las soberanías nacionales en contraposición a las injerencias de la troika se den por aludidos. Ahora está por ver si estas advertencias atemorizan al pueblo griego o si, al contrario, espolea la rebelión que preconiza Syriza.