Los últimos datos del Euskobarómetro publicados el viernes y que prevén una espectacular irrupción de Podemos en la política vasca hasta el punto de que la nueva formación se colocaría como segunda fuerza en el Parlamento, han generado la inquietud y el rechazo de diversos partidos. No es, desde luego, la primera vez que el Euskobarómetro genera polémica y que sus métodos, su base muestral, su cocina y las interpretaciones que realizan sus responsables, en especial su director, Francisco Llera, son cuestionados, en algunos casos de manera desabrida. Lo cual no quiere decir que su diagnóstico no pueda ser más o menos acertado. Ahí están también los datos del Navarrómetro publicados en noviembre, donde Podemos aparecía como primera fuerza en la comunidad foral. El hecho de que el pronóstico presentado ofrezca un vuelco político de tal tamaño es lo que ha ocasionado, de nuevo, la oleada de críticas. Las más beligerantes han provenido, como era de prever, de los más perjudicados por la situación que dibuja: EH Bildu y PSE. En efecto, son varios los argumentos que hacen difícilmente digerible el sondeo: desde el momento en que se realiza -hace mes y medio- hasta el tamaño de la muestra -600 personas- pasando por la propia asignación de escaños a las distintas fuerzas políticas, aunque de ahí a calificarlo de “manipulación grosera de la realidad”, como hizo ayer el parlamentario de EH Bildu Iker Casanova es, sin duda, un exceso. Más allá de la asignación y de la interpretación, lo que refleja el Euskobarómetro es una situación que no está en absoluto consolidada, que es fruto de una coyuntura muy concreta y que, muy probablemente, no se reflejará -es posible que ni siquiera se acerque- a los datos que arrojen las urnas cuando tengan lugar las elecciones en Euskadi, dentro de dos años. En política, este tiempo es todo un mundo, sobre todo porque por medio tendrán lugar otras citas electorales que ayudarán a tener mayores perspectivas y a valorar la gestión que, en cada caso, realicen los diferentes partidos. En este sentido, este 2015 que ya llama a la puerta será un año de vértigo, no solo por las dos elecciones previstas, sino porque habrá acontecimientos -como en Euskadi y Catalunya- que marcarán, para bien y para mal, las políticas de los partidos. También, y por primera vez, las de Podemos.