Que un acontecimiento acabe o no en los libros de Historia tiene un alto porcentaje de incertidumbre y puede que de injusticia. Incertidumbre porque el suceso puntual puede acabar sepultado por un desenlace que lo devalúe; injusticia porque ese hecho no siempre ha de ser relevante para la vida de las personas, por más importantes que sean sus protagonistas. Pues bien, el anuncio que acaban de hacer al unísono La Habana y Washington de su intención de normalizar relaciones cumple de salida todos los requisitos para acabar en los libros de Historia, aun sometido a las dudas y obstáculos que todo proceso político conlleva. Suele decirse que la caída del Muro de Berlín en 1989 escenificó el fin del siglo XX desde el punto de vista geopolítico y el anuncio que han protagonizado Barack Obama y Raúl Castro - con un papel destacado del Papa Francisco- está llamado a ser la clausura de uno de los últimos vestigios de esa Guerra Fría, con la salvedad de Corea de Norte quizá, así como un desmarque de facto de Obama de la política de la Casa Blanca en muchos momentos del siglo XX de sacrificio de los derechos humanos y la democracia en su lucha anticomunista en Sudamérica. “Estos 50 años han demostrado que el aislamiento no ha funcionado, ha llegado la hora de un nuevo enfoque”, dijo Obama. De la relevancia de la noticia dan fe también los nombres y sucesos que la anteceden: Fidel Castro, Eisenhower, Bahía de Cochinos, Kennedy o la crisis de los misiles. Más de medio siglo que desembocaba en una inédita imagen hace un año, casi premonitoria, y que entonces ya fue analizada hasta el infinito: la del apretón de manos de Raúl Castro y Obama en el funeral de Nelson Mandela. El proceso que se abre para retomar las relaciones diplomáticas y el desmantelamiento progresivo del embargo a la isla no estará exento de dificultades, empezando por la mayoría republicana del Congreso estadounidense, el exilio anticastrista más inmovilista o el propio régimen cubano. El anuncio de este semana es sólo el inicio de un camino. En un discurso vibrante que recuperó ese tono que le valió comparaciones con la oratoria de Kennedy, Obama invitó a “dejar atrás el legado del colonialismo el comunismo, la tiranía de los cárteles de la droga, los dictadores y las farsas electorales. Todos somos americanos”. Ese es el reto ahora.