Preguntado el Ayuntamiento telefónicamente, sorprendentemente respondieron que les era imposible gestionar el carácter peatonal de esta calle. Si tenemos en cuenta que no hay aceras, el tránsito de peatones y ciclistas se ha convertido en peligroso. La única intervención municipal para la mejor gestión ha sido pintar una línea amarilla que supuestamente impediría que los coches aparquen en el lado de la calle junto a los portales, cosa que no sucede. Además, los coches impiden la adecuada limpieza de este espacio y las ratas campan a sus anchas.
La sensación de los vecinos es de abandono y dejadez por parte del Ayuntamiento. Una simple visita nos permite observar desde el puente de San Cristóbal la basura que se acumula junto a las vías del tren y comparar los espacios ajardinados de ambos lados, sin entrar en detalles sobre la calidad estética del muro de la calle Ferrocarril.
La repeatonalización de la calle tendría que dar paso a la instauración de la OTA en el barrio de San Cristobal y la Universidad para que esta zona deje de ser el aparcamiento gratuito del centro de la ciudad, mientras el enorme aparcamiento construido en la Plaza de Toros tiene una bajísima utilización.
“Las calles han perdido seguridad, capacidad de acogida, amabilidad, alegría y vitalidad, pero algo se mueve y aparecen personas, grupos y entidades con ideas y proyectos que nos permiten vislumbrar ciudades seguras y alegres donde, de nuevo, niños y niñas jueguen en la calle”, dijo la concejala de Medio Ambiente, Idoia Garmendia, en la presentación de Jornadas de Movilidad Activa. Parece que las ideas están claras. Es hora de pasar a los hechos.