el planteamiento de una gran coalición entre PP y PSOE "si el interés general lo exige" -en versión del cabeza de lista popular en las europeas, Miguel Arias Cañete- o "si el país lo necesita" -según el expresidente socialista Felipe González- se debe analizar en virtud del momento y de las perspectivas de ese interés general. Es lógico que el PP pretenda amalgamar toda la política en cuanto que hoy la lidera. Eliminar diferencias ante la opinión pública es un ejercicio elemental en cualquier campaña para aquel a quien las encuestas sitúan de primera opción. Del mismo modo, pero por el motivo contrario, es comprensible que la candidata Elena Valenciano y el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, renieguen hoy de la idea. Pero el planteamiento no se sitúa en el marco de estas europeas, sino en el horizonte de las próximas generales ante la posibilidad de que la primera fuerza -sea PP o PSOE- necesite de acuerdos para formar gobierno. En ese caso, la gran coalición evitaría dependencias de terceros y pretendería ser no una solución a la crisis, sino un muro de contención a las pretensiones de autogobierno, evidentes en Catalunya a expensas de lo que suceda con el reférendum de noviembre, y predecibles en Euskadi. Existen antecedentes. Uno muy reciente entre dos partidos que son referencia respectiva para PP y PSOE ha sido la Grosse Koalition alemana entre la CDU y el SPD en el gobierno de Angela Merkel. Pero, además, PP y PSOE ya han pactado en cada ocasión que ese interés general del Estado lo ha requerido. En los Pactos Autonómicos de 1981, que devinieron un año después en su acuerdo en la Loapa; en los Pactos Autonómicos de 1992, que ahormaron más aún al Estado central las realidades autonómicas; en el Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo de 2000, que demonizaba al nacionalismo vasco; para rechazar la propuesta de Nuevo Estatuto del Parlamento Vasco o Plan Ibarretxe y para cepillar el Estatut de Catalunya; así como en pleno agosto de 2011 para la reforma de la Constitución que limita el déficit público o, sin ir más lejos, para desbancar al PNV, ganador de las elecciones, y formar en Euskadi el Gobierno de Patxi López en la pasada legislatura, sin obviar el acuerdo entre la derecha y los socialistas en Navarra. ¿Descabellado un gobierno de coalición PP-PSOE? Ni mucho menos.