la profunda y extensa crisis económica que atenaza a la economía real desde hace ya más de un lustro se ha llevado por delante miles de empresas y millones de puestos de trabajo, así como ha derivado también en el drama personal de numerosas familias o incluso la vida de aquellos a quienes la desesperación ha empujado al suicidio. El empobrecimiento de la sociedad es evidente, pero lo peor puede estar aún por llegar si se dejan de tomar medidas para que las generaciones futuras se vean gravemente afectadas. En un apartado especialmente sensible, el Ararteko advirtió ayer sobre los riesgos de la subnutrición -no tan extrema como la desnutrición pero sí preocupante- que amenaza ya a 16.000 menores vascos. Pero la conclusión quizá más importante del informe del Ararteko no sean tanto estos datos, como el aviso sobre lo que llegaría a agravarse la situación si las instituciones públicas sucumbiesen a la tentación de acometer recortes más allá de lo dignamente admitible en las ayudas mínimas que debe recibir todo ciudadano por el hecho de serlo. La permanencia en Euskadi de ayudas como la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) o la Ayuda de Emergencia Social (AES) constituyen un sello del sistema de protección social vasco y, según el Ararteko, un sostén ineludible para garantizar un mínimo indispensable de calidad de vida a las familias que han perdido todos los demás puntos de apoyo por culpa de la crisis. Buena parte de la solidaridad se está sustentando en estos momentos en la ingente y extraordinaria labor que llevan a cabo distintos colectivos y organizaciones sociales y humanitarias cuya acción, afortunadamente, suelen surgir en los peores momentos. Gracias a estas ayudas no se puede hablar todavía de una malnutrición infantil severa en nuestro entorno, pero hace bien Iñigo Lamarca en advertir a los gobiernos de que se mantengan alerta para seguir muy de cerca la evolución de estos datos que podrían llegar a condicionar la salud, y como consecuencia de ello también la formación educativa y emocional, de toda una generación. Las ayudas existentes en Euskadi son eficaces como barrera de contención, pero insuficientes para minorar el problema de fondo. Se trata de mantener protegidas ciertas líneas rojas que no deberían sobrepasarse pese a los aprietos de la economía.
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