Cuando se acaban de cumplir dos años desde que el joven Iñigo Cabacas cayera mortalmente herido tras recibir un pelotazo lanzado por la Ertzain-tza en Bilbao mientras celebraba un triunfo deportivo del Athletic, poco se sabe de manera fehaciente sobre la investigación judicial que trata de esclarecer lo ocurrido y hacer justicia. Lo que sí ha habido durante estos 24 meses ha sido un rosario de filtraciones, la mayoría de ellas de parte, interesadas cuando no manipuladas o tergiversadas, incompletas e incluso utilizadas políticamente. En ello se ha empeñado, por cierto, la izquierda abertzale, que ha tomado el caso Cabacas como elemento para desprestigiar y lanzar una sombra de sospecha sobre la Policía vasca, cuerpo que nunca ha aceptado e incluso ha sido combatido de forma violenta tanto por la propia ETA -con varios asesinatos de ertzainas- como por la violencia callejera, con emboscadas incluidas. En cualquier caso, trascurridos dos años de aquellos dolorosos hechos, la lentitud de la Justicia empieza a preocupar no solo a la familia y allegados de Cabacas, sino a la ciudadanía en general. El paso del tiempo sin una resolución alimenta las continuas salidas de tono, las acusaciones gratuitas e irresponsables, las especulaciones y las filtraciones, que ya están empezando a interferir en la propia instrucción de la causa, y la interesada proyección de sospecha sobre la falacia de una supuesta "impunidad" de la Ertzaintza. La imprescindible rigurosidad, profundidad y exhaustividad de una investigación independiente no deben estar reñidas con cierta celeridad, sobre todo en un caso grave como la muerte de una persona pese a que el caso -y eso tampoco conviene olvidarlo- tiene una enorme complejidad. Solo a quienes siempre han puesto en tela de juicio tanto la justicia como a las instituciones les interesa -pese a lo que dicen- que el proceso se dilate lo máximo posible. Con todo, hay que señalar que ni la acción judicial ni la investigación están paralizadas. Hay cuatro imputados que ya han prestado declaración como tales ante la jueza, que tiene sobre la mesa más peticiones de pruebas que debe resolver. Solo es esperable que se haga lo antes posible -ni antes ni un minuto después- y que se le permita trabajar sin presiones para lograr el objetivo que la sociedad demanda: conocer toda la verdad y que, en su caso, se depuren también todas las responsabilidades.