si la clave del impasse en el que había encallado el pretendido relanzamiento del aeropuerto de Foronda estaba en el abandono por parte del Gobierno de Mariano Rajoy, el desbloqueo parece empezar a desbrozarse también desde Madrid. Pero el giro que se produjo ayer en el Congreso de los Diputados, entre las conversaciones que populares y jeltzales mantuvieron en los despachos en torno al aeródromo vitoriano, no tiene nada que ver con la presión del PP alavés -inexistente en estos dos últimos años, aparte de que el diputado general Javier de Andrés sigue dando palos de ciego en este debate y con el movimiento de ayer volvió a quedarse fuera de juego- ni con que haya habido un cambio de actitud en el Ministerio de Fomento que dirige Ana Pastor. Tiene que ver más bien con la debilidad de un Gobierno Rajoy que, a pesar de su mayoría absoluta en las Cortes, ve cómo la soledad en la que se está quedando, uno tras otro, en todos sus proyectos legislativos le está ocasionando un importante desgaste político en vísperas del termómetro de las elecciones europeas. Y el grupo del PNV en Madrid aprovechó estas circunstancias durante el debate en el Congreso sobre el estado de la nación para arrancarle al Gobierno del PP al menos dos compromisos puntuales, pero nada baladíes. El primero gira en torno al desbloqueo de las licitaciones del TAV, concretamente el nudo de Bergara que conecta la vía de la Y vasca procedente de Vitoria con los ramales vizcaíno y el guipuzcoano. Y el segundo principio de acuerdo que los jeltzales le arrancaron al gabinete de Rajoy, y al que se sumó también el PSOE, se centró en la reapertura de las 24 horas para el aeropuerto de Foronda, una licencia que el Ministerio de Fomento suprimió hace ya dos años entre fuertes críticas de todos los grupos políticos alaveses -a excepción del PP- y ante la pasividad de la Diputación. El compromiso que el PNV arrancó ayer para recuperar el H24 de Foronda en unos meses fue únicamente verbal, aunque el Gobierno del PP tiene ahora una difícil marcha atrás si no quiere dejar en evidencia a sus correligionarios alaveses. El alcalde de Vitoria, Javier Maroto, anduvo listo al apresurarse a anunciar en el Parlamento Vasco el acuerdo que volvía de Madrid, aunque su compañero Javier de Andrés seguía en la inopia.