Esa fidelidad a sus ideas hizo que le expulsaran de partidos y asociaciones que se iban derechizando. Su bagaje político, familiar, social, cultural, amistoso, deportivo y solidario hicieron de él un icono de la pelea por las libertades. Todo eso y más aprendí de boca de sus amigos que junto a él tropezaban y volvían a levantarse y seguir el camino. Pero gentes como Javier no pueden gobernar, son incómodos porque hacen pensar al pueblo y eso es peligroso. El poder quiere un pueblo aborregado y sumiso.

Hay una frase que tenían escrita los trabajadores de Sintel en su campamento de la Castellana que coincide con el carácter de Javier y los suyos: Perdonen las molestias, estamos mejorando la sociedad. Pero me quedo con la que dijo de él su amigo de siempre: Dejó algunos adversarios, pero ningún enemigo. Muy pocas personas pueden decir lo mismo. Me alegro de haberte conocido, Mikel.