durante décadas, la actualidad política vasca se ha comparado en numerosas ocasiones con una montaña rusa porque en ella predominaban las espirales acción-reacción. En este comienzo de 2014, ni siquiera los portavoces vascos del PP se atreven a negar que, afortunadamente, vivimos un nuevo tiempo político. No obstante, su Gobierno en Madrid, con el ministro Jorge Fernández Díaz a la cabeza, se resiste a acabar con las políticas del viejo tiempo.

En un breve espacio de dos semanas, hemos asistido a una declaración histórica por parte del EPPK, cuyo valor político ha sido subrayado por todos los partidos políticos del espectro vasco a excepción del propio PP, y a una comparecencia pública en la que personas que recientemente han abandonado la prisión y que han sumado a sus espaldas miles de años de condena de cárcel se reafirman en la apuesta por una paz justa y duradera para este país.

En ese mismo espacio de tiempo, se ha detenido y encarcelado a ocho personas con una participación pública en esas dos iniciativas y desde la Audiencia Nacional llegó la prohibición de una manifestación por los derechos de las personas presas y en contra de la dispersión, que se preveía multitudinaria.

Sin lugar a dudas esa incomprensible situación generada por las decisiones del Gobierno del PP obligó a responsables políticos y sindicales de este país no sólo a dar una respuesta, sino a tratar de ofrecer bases sólidas para la esperanza a una sociedad vasca que ya ha decidido que no volverá al viejo tiempo político en el que algunos se han quedado anclados y al que pretenden arrastrarnos.

Quiero, en primer lugar, agradecer la actitud de todos los responsables políticos y sindicales con quien tuve oportunidad de cambiar impresiones y de llegar a acuerdos en la intensa tarde del viernes 10 de enero. Creo que todos dimos muestra de la generosidad y responsabilidad política que requería el momento. En especial, quisiera agradecer la actitud del presidente del EBB de EAJ/PNV, Andoni Ortuzar, por su altura de miras. Creo que es de justicia valorar la decisión que el PNV tomó aquella tarde y así lo hacemos.

No obstante, aquello que nacía como respuesta excepcional a una situación excepcional se transformó en poco tiempo en una respuesta extraordinaria a una situación de excepción. Y no fuimos quienes protagonizamos la comparecencia del hotel Carlton en Bilbao los responsables de ello, sino los miles y miles de ciudadanos y ciudadanas vascas que desde un primer momento acogieron, primero con expectación y después con grandes dosis de ilusión, esta improvisada iniciativa. En las 24 horas posteriores hasta el inicio de la manifestación pudimos comprobar en nuestra piel -y en nuestros teléfonos- que habíamos tocado una tecla que mucha gente en este país esperaba volver a oír, o una imagen que deseaba volver a ver, pero que no hablaba de nostalgia, ni de pasado, sino de futuro y de país. En nombre de Sortu hice unas declaraciones al comienzo de la manifestación, en las que expresé nuestro sincero deseo de que dicha movilización no fuera un final, sino el principio de una nueva etapa por recorrer para la colaboración y el entendimiento entre fuerzas políticas que llevábamos demasiado tiempo dándonos la espalda. Una nueva etapa para profundizar en el nuevo tiempo político abierto en nuestro país y en la que mediante el trabajo conjunto debemos abordar y solucionar todas aquellas cuestiones que nos dejó el viejo tiempo y que todavía dificultan que vislumbremos toda la potencialidad de este nuevo ciclo.

No estoy hablando de política de frentes. El lenguaje de frentes sólo lo utiliza quien no quiere ver ni el más pequeño espacio de colaboración entre fuerzas políticas aber-tzales. Estoy hablando de colaboración y entendimiento entre las fuerzas políticas y sociales que están comprometidas con un proceso de construcción de la paz y la normalización política. Y ese compromiso se plasmó la tarde del sábado 11 de enero en las calles de Bilbao -pienso que tanto el lema como la razón de la convocatoria permitía que el PSE también fuera partícipe de la misma- pero ese mismo compromiso se puede plasmar tanto en el Foro Social auspiciado por Lokarri, como en la misma Ponencia de Paz del Parlamento Vasco.

No hay, por tanto, intención alguna de crear frentes en el camino de la paz y la normalización democrática. Todo lo contrario. También en Sortu y en EH Bildu quisiéramos los acuerdos más incluyentes y más amplios en contenidos en esta materia. Pero no olvidemos que algunos -PP y PSE- no se autoexcluyen de los posibles acuerdos entre las cuatro grandes culturas políticas, sino que se autoexcluyen del propio diálogo, porque a día de hoy su actitud es huir de la mesa en la que permanecemos sentados PNV y EH Bildu.

Me atrevo a decir que en la tarde del viernes 10 de enero fuimos capaces de crear una ilusión que hace tiempo que este viejo país no sentía. No dejemos que parezca un espejismo y con responsabilidad y tenacidad alimentemos la esperanza de un país que aun sueña con la paz, la democracia y la libertad.