aprovechó ayer el alcalde Javier Maroto la víspera del largo fin de semana de la festividad de los difuntos para abordar de un plumazo y por sorpresa la destitución de Marian Castellanos y Encima Serrano, las dos concejalas más débiles de su equipo de gobierno, también las que más desgaste le han ocasionado en dos años de mandato e incluso las que le podían resultar más problemáticas en los próximos meses. Maroto aprovechó también la remodelación para restituir a Alfredo Piris, quien se había quedado en el limbo del Consistorio después de salir de la gerencia de la sociedad urbanística Ensanche 21 forzado por la presión del PNV y bajo la sombra de la sospecha en algunas actuaciones delicadas. Y el veterano funcionario -curtido ya como alto cargo al servicio de cuatro alcaldes- se ocupará de la coordinación de la Policía Local, un puesto que le pone en el ojo del huracán de reiterados conflictos dentro del cuerpo. La crisis de gobierno que ha acometido el alcalde de Vitoria supone, en definitiva, un reflejo de los problemas internos que viene acarreando el equipo del PP, incluso con un reciente desplante de Castellanos de por medio. Pero, al mismo tiempo, en vísperas de abrir el tablero de la negociación de los Presupuestos a varias bandas, el regidor gasteiztarra quiere evitarse problemas en la retaguardia. Al reemplazar a las responsables de Seguridad Ciudadana y de Cultura pone un cortafuegos ante las derivadas que puedan tener las últimas polémicas en las que se han visto envueltas ambas ediles en la conflictiva gestión de Tuvisa -con el cese de su gerente y la espantada de la concejala- y en la cuestionada -incluso por la Fiscalía- política de elusión tasas en el alquiler de la plaza de toros como espacio multiusos, respectivamente. No sorprendió que fueran precisamente Marian Castellanos -la primera edil que ha llegado a ser formalmente reprobada por toda la oposición en el Ayuntamiento de Vitoria- y Encina Serrano -que ha desairado al tejido cultural de la ciudad con su política más efectista que efectiva- las concejalas sacrificadas en la remodelación, pero quizás sí la precipitación con la que actuó y que se limitara a aludir a razones personales para justificar las sustitución, que sí parecen concurrir en el caso de la edil de Cultura por su jubilación.