en los tristes casos de maltrato doméstico se detecta el patrón común de que la situación va empeorando hasta que llega un punto en que cosas como recibir insultos o desplantes parecen normales. De la misma forma, hay una cuestión que nos parece normal en nuestra economía: el reparto de rentas. ¿Es justo? Es inmediato contestar que no, ya que las desigualdades están aumentando, pero interesa escarbar un poco esta idea con una pregunta semejante: ¿recompensa el mercado de forma eficiente la aportación de cada persona?
Existen dos reglas económicas que inciden en esta cuestión: la mano invisible y la de Pareto. De forma simplificada, la regla de la mano invisible indica que si un mercado cumple condiciones de competencia perfecta, la asignación de recursos será eficiente. Por otro lado, la regla de Pareto sirve para evaluar el reparto de bienes, dinero o poder y está basada en dos números: 80-20. Quiere decir que el 80% de la población tiene el 20% de la riqueza o al revés, que el 20% tiene el 80%. Por supuesto, no siempre se cumple, pero Wilfredo Pareto observó que muchas veces se ajusta a la realidad. Teniendo en cuenta estas reglas, podemos decir que el mercado no recompensa la aportación de cada cual debido a que la competencia perfecta rara vez existe y la regla de Pareto ha degenerado. Vemos ejemplos.
Los actores de cine están sobrevalorados. El que genera valor es el guionista o el director si sabe transmitir de forma correcta una historia a la pantalla. Pero en nuestra cultura se lleva eso de ir a ver una película protagonizada por algún actor famoso.
Los consejeros de administración están sobrevalorados, en especial en empresas con cierta regulación estatal como las energéticas o los bancos. También lo que cobran los consejeros de grandes medios de comunicación es enorme cuando el mérito es de la historia en sí misma o del periodista que realiza una investigación. El caso de los banqueros es una de las mayores estafas. No me refiero al gestor que invierte de forma correcta en negocios rentables. Me refiero a cuestiones vergonzosas como que se permita hacer negocio de la nada (el BCE me presta a un tipo de interés y el banco presta a un interés mucho mayor) o que no se pague por errores de gestión que se cubren con dinero público.
Los que ganan mucho dinero son los gestores de grandes empresas, no los investigadores o los que generan valor, que están infravalorados. Entiendo, en cierta medida, que Julio Iglesias, Lebron James o Bill Gates ganen mucho dinero ya que lo generan. Pero no que gane más un gestor de una empresa farmacéutica que un investigador que ha descubierto una pastilla para una enfermedad grave como la malaria.
Quizás sea cierto que nos mandan. Pero de todo lo que hacen y dicen, nos han convencido de que el reparto de rentas (en especial las suyas) es razonablemente justo y merecido. Y como afirmaba Lloyd Bankfein, consejero delegado de Goldman Sachs: "Nosotros hacemos el trabajo de Dios". ¿Se lo creerá?