ocho meses después de la toma de posesión del Gobierno y con tres meses de negociaciones en la trastienda, la legislatura vasca se dotó ayer finalmente de un marco de estabilidad y de capacidad de iniciativa, al menos en el ámbito socioeconómico, que es precisamente el que más inquieta en estos momentos a la sociedad. El acuerdo del que dieron cuenta en el Parlamento las direcciones de PNV y PSE -a la espera de la escenificación de la rúbrica que comprometerá al lehendakari Iñigo Urkullu- abarca un extenso plan de medidas para impulsar la reactivación económica, fomentar el empleo, garantizar el modelo de los servicios sociales públicos y abordar una reforma tributaria progresiva -incluida la lucha contra el fraude fiscal-, aparte de sentar las bases para el proyecto presupuestario del próximo ejercicio. Ahí es nada, todo un programa de gobierno en materia económica y fiscal -dotado nada menos que con 6.290 millones de euros para esta legislatura- que se antoja clave para poner las vías de la salida a la crisis en Euskadi. Y entre líneas, el acuerdo incluye también un capítulo específicamente importante para Gasteiz como es el impulso al mapa sanitario de la capital alavesa entre Txagorritxu y Santiago. Ambos hospitales serán complementarios en el proyecto del HUA, como informa hoy este diario, a pesar del equívoco que dejó caer ayer la parlamentaria del PSE Idoia Mendia acerca de que Santiago iba a ser relegado como centro exclusivamente de crónicos -reabriendo así la polémica del anterior mandato de Rafael Bengoa- aunque la portavoz socialista fue inmediatamente corregida. Más allá del desarrollo concreto del programa, que queda ahora abierto a la incorporación del PP y Bildu -en calidad de gobernantes en Álava y Gipuzkoa-, el acuerdo entre PNV y PSE encierra también el valor político de aportar un nuevo escenario de entendimiento que ofrece la oportunidad de instaurar nuevas prioridades. Después de un tiempo marcado por las estrategias de mutuos desgastes entre las distintas formaciones políticas vascas, al menos comienza a primarse la consecución de los acuerdos que necesita el país, ahora en el terreno socioecionómico, pero extensibles a otros campos como la consolidación de la paz o la profundización del autogobierno.