EL Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, a propuesta de los Cursos de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales de la capital alavesa, ha concedido la Medalla Francisco de Vitoria a UNICEF. El acto de entrega se desarrolló el pasado martes en el magnífico Palacio Villa Suso de esa ciudad. La concesión de esta distinción constituye un reconocimiento a la imprescindible labor que UNICEF "desarrolla desde su creación en la totalidad de los Estados miembros de la ONU con el objeto de promover y de tratar de garantizar el derecho a sobrevivir y a desarrollarse de los niños y niñas de todo el mundo desde la primera infancia hasta la adolescencia".

Francisco de Vitoria, curtido como un moderno y joven erasmus en los ambientes universitarios del París de principios del siglo XVI, sentó las bases del Derecho Internacional, fue uno de los primeros en proponer una comunidad de todos los pueblos fundada en el derecho natural y en desdeñar unas relaciones internacionales basadas simplemente en el uso de la fuerza. Fue, en definitiva, un precursor de la idea de las Naciones Unidas. Quinientos años después, UNICEF cumple con el mandato de la comunidad internacional de velar por los Derechos de la Infancia. Su historia y su compromiso no se entienden sin el desarrollo del Derecho Internacional del que Francisco de Vitoria fue precursor.

El vínculo entre el fraile dominico y UNICEF se estrecha aún más al hablar de Derechos Humanos. Francisco de Vitoria fue pionero en su defensa. Consideraba como uno de los principales deberes de su cargo suplicar en favor de los pobres. Ya en la primera mitad del siglo XVI desarrolló formulaciones o principios sobre este asunto que hoy tienen una absoluta vigencia. Señalaba que los hombres no nacen esclavos sino libres, que por derecho natural nadie es superior a los otros, que el niño no existe por razón de otros, sino por razón de sí mismo.

UNICEF encuentra en estos principios su razón de ser. Nuestra organización tiene un objetivo inequívoco: garantizar que se cumplan los derechos de todos los niños en todo el mundo, sean cuales sean sus circunstancias. Todo basándose en la Convención sobre los Derechos del Niño, el tratado de derechos humanos más ratificado de la historia. Trabajamos para concienciar a la sociedad española sobre los problemas que afectan a la infancia, para movilizar recursos que conviertan en resultados los programas en más de 190 países en desarrollo y para dar respuesta a las emergencias que afectan a los niños y sus familias.

Las organizaciones humanitarias podemos testimoniar la situación que viven millones de personas vulnerables y excluidas, podemos aplicar los conocimientos, conseguir resultados reales, mejorar el cumplimiento de los Derechos Humanos, pero eso no es suficiente. Si aspiramos a un mundo de oportunidades, prospero, solidario, justo para todos, es necesario que juntos: ciudadanos, empresas, instituciones, administraciones públicas, organizaciones no gubernamentales tomemos conciencia y nos aliemos para conseguirlo. Porque es posible.

A pesar de las dificultades, en los últimos años hemos conseguido avances en nuestro trabajo que nos hacen sentirnos satisfechos de la labor desempeñada y, sobre todo, muy orgullosos del apoyo recibido por parte de la sociedad española. La entrega de la medalla Francisco de Vitoria es un nuevo estímulo para seguir trabajando a favor de los derechos de todos los niños, en todas partes, no importa cuán distantes o remotos se encuentren, sin importar los obstáculos que se interpongan en el camino.

De algún modo, seguimos el camino trazado por Francisco de Vitoria desde sus clases en la Universidad de Salamanca. Estoy convencida de que una relectura de su obra contribuiría a hacer de este convulso y preocupado mundo un lugar más justo. Las ideas del fraile dominico, curtido en el París universitario de principios del siglo XVI y consagrado en las tribunas de las prestigiosas aulas salmantinas, tienen una vigencia absoluta. Nos enfrentamos a una crisis económica, sí, pero generada en parte por una crisis de valores que debemos ser capaces de remontar con una apuesta decidida por el desarrollo y aplicación reales de unos derechos que permitieron y permiten a las sociedades otear un futuro de igualdad y justicia.