tras el escándalo de las dietas opacas de Caja Navarra y con la presidenta Yolanda Barcina a las puertas del Tribunal Supremo por el presunto delito de cohecho que le imputa la jueza instructora, la situación política navarra se antoja efervescente y la encuesta realizada por Gizaker para el GRUPO NOTICIAS que hoy ofrece DNA aporta interesantes apuntes. De entrada, evidencia un fuerte desgaste social de la derecha gobernante y una pérdida de votos -así como de los socialistas adheridos al establishment del poder navarro- que abre la puerta a un sorpasso en favor de las fuerzas que defienden un cambio político. Las expectativas electorales avalan el proceso de cambio sociopolítico que anida en la sociedad desde la irrupción de Nafarroa Bai en 2007 y apuntan que el régimen de la derecha navarra está hoy muy lejos de ser representativo de la realidad social. Más aun cuando la desaparición de la violencia de ETA y el final de los tiempos de bonanza económica han dejado al descubierto la gestión despilfarradora y clientelar que ha cristalizado durante las dos décadas largas de UPN en el poder. La puntilla ha resultado ser el escándalo de las dietas que los principales dirigentes de esta formación -desde Miguel Sanz hasta Yolanda Barcina, pasando por su consejero de Hacienda y el alcalde de Pamplona, todos ellos incursos en la instrucción judicial- se embolsaban de las arcas de la Can, con un determinante efecto desmovilizador en su propio electorado, que se suma al desgaste que conlleva la política de drásticos recortes en los servicios públicos llevada a cabo por el Gobierno de UPN. Y aún más significativo resulta que ni siquiera la suma de la derecha y los socialistas -tradicionales socios de cohabitación- alcanza la mayoría absoluta para garantizar la gobernabilidad. En sentido contrario, las fuerzas posicionadas por el cambio político mantienen una clara tendencia al alza y entre Bildu, Geroa Bai y la marca navarra de IU podrían sumar la mitad del Parlamento. Un dibujo muy similiar al que podría trazarse en Álava -el otro territorio vasco gobernado por la derecha-, donde la inacción del gobierno de Javier de Andrés y las horas bajas de PSE desactivarían la mayoría de populares y socialistas, ofreciendo un mapa político muy abierto.