gasteiz volverá a expresar hoy en sus calles, atendiendo a la convocatoria de la plataforma Araba sin Garoña, su claro rechazo a la continuidad de la vetusta central nuclear burgalesa, pero al histórico anhelo del territorio alavés por su desmantelamiento se unirá esta vez la indignación provocada por la sensación de engaño y por la farsa que en los últimos meses han escenificado Nuclenor y el Ministerio de Industria. Si Álava había vislumbrado el espejismo de dar por cerrada Garoña, los movimientos de los últimos meses en distintos despachos oficiales han puesto en evidencia que el impasse nuclear respondía únicamente al pulso de negociación que venían manteniendo el Gobierno y Nuclenor sobre el régimen tributario de la planta. Una vez resuelto, sólo quedaba que el Consejo de Seguridad Nuclear cumpliera el trámite técnico de dar el nihil obstat y otorgar carta blanca al Gobierno del PP para dar continuidad a la explotación de Garoña más allá de verano de 2013. La decisión favorable del órgano nuclear va en realidad más allá del año de prórroga en parada segura que se explicita en el informe remitido al Ministerio. Lo que ha hecho el Consejo es abrir la puerta a la prolongación del funcionamiento de la central durante años si en virtud de los cambios normativos la concesionaria Nuclenor evalúa como rentable la continuidad de la planta. Sin embargo, esta resolución -adoptada con la división ideológica de tres votos de los representantes designados por PP y CiU frente a los dos del PSOE- supone no sólo la consumación de un paripé tras haber certificado el cese de Garoña, sino también un despropósito por ignorar la falta de garantías que ofrece una planta obsoleta que ya ha cumplido sobradamente su vida útil. El próximo mes de octubre la central cumplirá 43 años de su puesta en funcionamiento -rebasando ya los 40 para los que fueron diseñadas sus estructuras- y, pese a ello, el Gobierno de Zapatero le concedió en 2009 una prórroga de cuatro años que vence este verano. Al final, las denuncias realizadas ayer por Cristina Narbona, exministra socialista y miembro del CSN, sobre las fuertes presiones del Gobierno del PP y la premura a la que se le ha forzado a pronunciarse dicen todo sobre el penúltimo capítulo de la historia de Garoña.
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