HACE hoy 30 años, el primer Parlamento Vasco surgido fruto de las elecciones democráticas celebradas en 1980 al amparo del Estatuto de Autonomía refrendado pocos meses antes, aprobaba la Ley de Osakidetza mediante la que, en el ejercicio de su autogobierno, Euskadi creaba casi de la nada un auténtico servicio nacional de salud, público y dirigido a prestar atención sanitaria integral y de calidad a toda la ciudadanía vasca, sin excepciones ni discriminaciones. Tres décadas después, puede ser buen momento para chequear la propia salud de Osakidetza, su gestión, la labor de sus profesionales, la calidad general de su servicio y la valoración de la sociedad hacia la atención que recibe. A lo largo de estos 30 años, el Servicio Vasco de Salud ha sido considerado, con razones fundadas, como uno de los puntales del autogobierno vasco. La visión de lo que debería y debe ser Osakidetza como servicio que ofrece la mayor calidad posible dentro de la universalización de la atención sanitaria pública, cimentada por los pioneros que la crearon en 1983 y que ha sido una constante a lo largo de estas tres décadas de historia tanto con consejeros y equipos nacionalistas como socialistas, ha garantizado la satisfacción de la sociedad vasca hacia el servicio que se le presta y ha sido reconocido tanto dentro como fuera de Euskadi. A este reconocimiento no han sido ajenos algunos ejes fundamentales que han inspirado su actuación. En primer lugar, Osakidetza ha estado siempre gestionada por profesionales de la sanidad, desde los consejeros hasta los directores del servicio. Ello ha garantizado tanto que su actuación haya estado dirigida a velar por la salud de los ciudadanos como una gestión razonablemente rigurosa, siempre atenta a la incorporación de profesionales, técnicas y tecnologías de vanguardia. Asimismo, el propio diseño como modelo integral de fructífera colaboración entre la sanidad pública y la privada concertada ha resultado vital durante estos años, sin que en Euskadi se atisben siquiera las tentaciones privatizadoras tan en boga en otros lugares. Por ello, aun en tiempos de dificultades como los actuales, conviene no perder la perspectiva de lo logrado y del presente. Osakidetza goza de una razonable buena salud y sigue siendo -y será- una referencia entre los sistemas públicos.
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