EN este país de chirigota, los gobernantes no se cansan de decir sandeces, de mentir, de considerarnos gilipollas. La única manera de que les llegue su hora es salir a la calle a echarlos de sus tablados, pero mientras tanto tenemos que soportar la idiocia con que se conducen y estrellan nuestras vidas. La semana pasada, el presidente del Gobierno aseguró ante la Junta Directiva Nacional del PP que es "una insidia" afirmar que la corrupción está generalizada en España, "un país limpio que lo está pasando mal". Este ridículo sujeto no recuerda que el propio Ministerio del Interior tiene abiertas en este "país limpio" 171 investigaciones por casos de este tipo, un dato que ofreció el 12 de marzo el propio titular de la cartera en una comisión parlamentaria. Pero tampoco hace falta revolver la basura que ellos mismos enseñan, basta con hacer un poco de memoria viajera, ponerse a navegar y recorrer el territorio peninsular para encontrar corruptelas en casi todos los rincones: las hay, o las ha habido en los últimos años, en Madrid, Alicante, Almería, Cantabria, Baleares, Canarias, Málaga, Segovia, Zaragoza, Castellón, Huesca, Valladolid, Girona, Barcelona, Pontevedra, Córdoba, Ciudad Real, Asturias, Valencia, Granada, Toledo, Cádiz, Ceuta, Navarra (sí, y más cerca: también en la CAV), A Coruña, Ávila, Salamanca, Jaén, Cáceres, Badajoz, Guadalajara, Cuenca, Huelva, Ourense, la Rioja... Ni España es un país limpio ni es una insidia decir que la corrupción esté generalizada. Lo está. Y hiede.
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