eL Parlamento Vasco ha creado una nueva ponencia para avanzar hacia la paz. No es poca cosa si las cuatro fuerzas políticas mayoritarias participan en dicha ponencia. Faltaría por adherirse UPyD aunque ello se compense con que otras formaciones políticas que no alcanzaron representación parlamentaria con más votos que el partido de Gorka Maneiro, estén a favor de esta iniciativa. Por tanto, felicitémonos por el avance que supone tanto tiempo sin atentados ni extorsiones y por el número abrumador de votos en las urnas que avalan a esta iniciativa.

En cuanto al fondo, es una novedad que se concrete por consenso un "suelo ético" para echar andar la ponencia. Con la doctrina Parot al fondo, ahora estamos en la enésima petición de la disolución de ETA y en que se activen los derechos de los presos, el final de la dispersión con una nueva política de reinserción con beneficios penitenciarios e indultos aunque ETA sigue con su liturgia dialéctica sin mentar a la paz con estas tres palabras.

Está claro lo que la mayoría de la sociedad vasca pide, desde hace décadas: primero, reconocer oficialmente la injusticia de todas las violencias terroristas: ETA, GAL, BVE... Si existe alguna diferencia entre ellas, es solo por el número de atentados -ETA se lleva la palma- y por el agravante de que el Estado fue quien financió acciones terroristas con dinero público. Respecto a la gravedad moral, no se puede justificar lo que pretenden algunas asociaciones de víctimas, alentadas en su discurso condenatorio según quien haya sido el terrorista mientras exigen una ley vindicativa y alejada de cualquier justicia ética. Y segundo, la sociedad está cansada de manifestarse para que ETA desaparezca propiciando cauces legales a la reinserción y el cumplimiento de los derechos penitenciarios.

Reconocimiento, reparación, perdón y reconciliación. Qué extraño suena la insistencia en el reconocimiento del daño y la reparación junto a la exigencia del perdón elevada a categoría legal, mientras se obvia la culminación de todo el proceso: la reconciliación social. Y de repente, Antonio Basagoiti sale en la prensa minimizando la ética en favor de la política. Lo curioso es que esto mismo lo han venido predicando algunos desde la izquierda abertzale. Quizá lo de Basagoiti se explique por echar un capote a la actitud torpe y poco ética del ministro del ramo cuando orilla a los presos de la Vía Nanclares, que han dado muestras sobradas del ejemplo a seguir en lo que sería un proceso de paz idílico incluidas las reconciliaciones entre víctimas y victimarios. Porque la bofetada ha sido para estos presos y para las víctimas que abrazaron la reconciliación.

Por último, una precisión en torno a la polvareda levantada con las declaraciones de Laura Mintegi sobre que la violencia de ETA ha sido política. Es cierto lo que dijo, pero se le olvidó añadir que las tres cuartas partes de los atentados de ETA, lo fueron en democracia, en contra del criterio de la mayoría de la sociedad. Es decir, que la violencia de ETA se perpetró desde una política totalitaria y anti democrática que tuvo enfrente a la mayoría absoluta de la sociedad y de la clase política vasca. No debemos pasarlo por alto de igual modo que no lo hacemos con las ganas que tienen otros por borrar de la memoria que ETA nació "gracias" a Franco y a su dictadura; que aquello fue otra clase de terrorismo político con genocidio cultural incluido del que no tenemos noticia del reconocimiento del daño y dolor causados, de la reparación, el perdón ni de la reconciliación siquiera en hechos tan puntuales como el bombardeo de Gernika u otros similares contra la población civil. Dicho todo lo anterior, deseo de corazón que esta Ponencia de Paz logre visualizar otro paso en el camino hacia la verdadera paz.