el sugerente título que antecede corresponde al eslogan del Día Meteorológico Mundial que celebramos hoy y que refleja uno de los objetivos prioritarios que el Departamento de Seguridad desarrolla a través de la Agencia Vasca de Meteorología Euskalmet: avanzar en la protección de vidas y bienes mediante la mejora de los sistemas de predicción y vigilancia.
Predicción y vigilancia forman parte de un único sistema que parte del conocimiento de cómo se muestra la atmósfera hoy mismo para poder deducir cómo se mostrará mañana, lo que nos permitirá actuar con antelación suficiente a la hora de adoptar las medidas preventivas que se consideren necesarias, formular avisos y movilizar aquellos medios que contribuyan a minimizar los daños y evitar que se produzcan víctimas.
Predecir con cierta precisión el tiempo para las próximas jornadas es uno de los logros más impresionantes que ha alcanzado la ciencia en los últimos años. La tecnología meteorológica, una de las más punteras, aprovecha los avances realizados en el terreno de los satélites, radares y equipos de medición, y muy especialmente en el campo de la supercomputación.
Aún así, hemos ido asimilando esta información de tal forma que hoy en día el pronóstico del tiempo ha pasado a ser un producto rutinario que todos los medios de comunicación recogen y difunden. Quizá por eso, saber con relativa certeza si mañana lloverá o si hará frío o calor es algo que ya apenas sorprende a nadie.
La meteorología se ha especializado de tal forma que la información puede adaptarse a las diversas necesidades de las personas que viven en un determinado entorno. Por eso, no es la misma información la que necesita un agricultor que la que precisa un transportista. Ni es la misma la que busca una persona que desarrolla su actividad administrativa en una ciudad costera que quien vive de la pesca en ese mismo mar.
Pero, no sólo se trabaja en la información para el desarrollo de los distintos aspectos de la vida cotidiana. Una de las grandes especialidades de la meteorología se circunscribe al ámbito de la seguridad por una razón de peso: una buena predicción permite a los responsables de emergencias tomar medidas antes de que lleguen los problemas.
De este modo, la pregunta ¿qué hacer? es consecuencia directa del ¿qué puede pasar? de forma que la gestión del tiempo se convierte en una baza preventiva de capital importancia si se dispone con antelación de un pronóstico fiable. Este pronóstico, ligado a una gran red de estaciones y sistemas de vigilancia, permite ir comprobando la evolución de los fenómenos adversos y sus efectos.
Saber qué está pasando no es algo que deba estar sólo al alcance de algunos expertos. Nuestro sistema de tiempo real está abierto a todo el mundo y en ello seguimos trabajando porque estamos convencidos de que si la población conoce lo que está ocurriendo, siempre será más fácil pedirle que asuma las medidas de autoprotección necesarias.
Euskadi posee uno de los mejores sistemas de predicción y vigilancia de Europa y debemos estar orgullosos. Pero todos estos avances no deben hacernos olvidar que, en el fondo, se trata de meras predicciones sujetas a posibles errores. Predicciones que no deben interpretarse como la afirmación de algo que ocurrirá inevitablemente. Es tan sólo una información sobre la existencia de una probabilidad de que ocurra un determinado suceso. En conclusión, no se puede vender la idea de que la meteorología actual es capaz de determinar cuánta nieve va a cuajar en una ciudad y a qué hora.
Hablamos de información sobre una probabilidad y las probabilidades, muy altas que sean, conllevan riesgo de error. Por ello, es preciso explicar este concepto a quienes, por una razón u otra, están pendientes de la meteorología a fin de que tengan claro cuál es su alcance real.
Conocer con grandes probabilidades lo que va a ocurrir mañana, tener una confianza infinita en la tecnología y en el trabajo experto nos lleva en ocasiones a incurrir en un grave error: creemos que en una situación de meteorología adversa podemos seguir haciendo una vida normal porque ya lo preveíamos y no es así. Cuando nos afectan las grandes lluvias, cuando la nieve cae copiosamente o cuando sufrimos los efectos de las galernas tenemos que tener claro que no podremos seguir haciendo vida normal, lo que significa que tampoco podremos exigir a las instituciones resultados más allá de lo razonable y lo realizable. No podemos exigir actuaciones que eviten la alteración de la normalidad.
Respecto a la información que se facilita a los servicios esenciales y a la población en general, la meteorología que no se transmite no sirve en emergencias. Por eso resulta fundamental mantener un sistema rápido, completo y fiable que traslade esa información de la forma más sencilla y directa a los potenciales afectados de manera que la sociedad la comparta y tome las medidas pertinentes.
Para que todo el sistema funcione será indispensable colaborar entre todas las instituciones compartiendo instalaciones, equipos, información y esfuerzos. Porque la meteorología no es algo exclusivo de quien tiene la responsabilidad de gestionarla. En realidad, la meteorología es para todas y todos porque pertenece a todas y todos y debe estar al servicio de mejorar la calidad de vida.