el lehendakari Urkullu ha concluido su ronda de contacto con el conjunto de agentes económicos y sociales vascos para transmitir la gravedad de la situación económica, las líneas generales de los próximos presupuestos y algunas pautas de actuación en materia económica y financiera. Lo primero que llama la atención es que se asuma con naturalidad casi meteorológica que hay una caída de ingresos por encima de 1.200 millones de euros y que eso condiciona de una forma enorme las políticas presupuestarias. Y esto cinco años después del inicio de la crisis económica.
La caída de la actividad supone un varapalo en los ingresos públicos, pero pese a ello -o precisamente por ello- las administraciones vascas tenían que haberse puesto manos a la obra hace tiempo para cambiar algunas pautas de la política fiscal. En lugar de ello, la discusión entre el fuero y el huevo, y el cortoplacismo político ha llevado a esta situación.
Se nos dice que se van a blindar de los recortes políticas públicas básicas incluidas las de empleo o la Renta de Garantía de Ingresos. En todo caso, vamos a un presupuesto restrictivo que no va hacer de contrapeso a la contracción del consumo, del sector exterior, de la inversión o del crédito.
La opinión que transmitimos al lehendakari es que Euskadi necesita una activación de su demanda interna. Sin duda la economía es global y si no hay cambios sustanciales en las orientaciones de las políticas económicas en el marco europeo y español, lo vamos a pasar mal.
Pero los datos están siendo concluyentes. Las exportaciones y el saldo exterior vasco han sufrido una caída importante en la última parte del 2012. Estos saldos están evolucionando peor por la extensión de la segunda recesión en numerosos países europeos, pero en el cómputo de la crisis ha sido la mejor variable para la economía vasca. Por tanto, parece que aquí hay un problema coyuntural -aunque muy serio- pero no tanto de pérdida de capacidad estructural de las empresas del país.
Por tanto, ante la parálisis del mercado español, la situación del saldo exterior apuntada y la dificultad de acceso al crédito, el gran margen que tenemos es asignar de forma distinta y más equitativa la riqueza que se genera o la que potencialmente se pueda generar. ¿Cómo? Combinando una actuación sobre los salarios con una política fiscal más ambiciosa.
En este sentido planteamos resolver la situación de los convenios colectivos. Actualizando los salarios se mejoraría la renta disponible de centenares miles de trabajadoras/es vascas. Si además fuéramos capaces de hacer un acuerdo en materia de negociación colectiva que desatara algunos de los nudos que ha apretado la reforma laboral del Gobierno de Rajoy, otorgaríamos una certidumbre evidente a trabajadores y empresas. No sabemos aún si nos vamos a enfrentar a partir de verano a una auténtica anarquía laboral para abaratar salarios y que posibilite además un dumping salarial entre unas empresas y otras. Y no estamos para este tipo de inseguridades.
Por otro lado es necesario que esa política fiscal que reclamamos recaude rentas de algunas partes para invertirlas socialmente en otras. No se trata de estrangular la economía, pero sí de exigir a los patrimonios, a las rentas no procedentes del trabajo y a los excedentes empresariales no reinvertidos mayor corresponsabilidad -o sea, aportar más- para activar la economía a través de mantener servicios básicos y políticas de activación económica.
El lehendakari ha hablado con todo el mundo y sabe que palo toca cada uno. Pero a su Gobierno le toca empezar a tocar la música. Hay quien está remiso al baile. La patronal vasca parece más preocupada en que no se toquen los impuestos de sociedades y en resolver el problema de crédito en las empresas -esta segunda inquietud la compartimos- que en resolver algo propio de ella, como es la negociación colectiva.
Algún sindicato no se pronuncia nítidamente sobre lo que quiere hacer. Otro, el caso de ELA, ha resuelto ingenuidades de quien pensaba que se podía incorporar a algún espacio de corresponsabilidad. Decidieron hace más de una década que ellos no están para resolver problemas a la gente, sino para creárselos. En esa generación de conflictividad por la conflictividad pretenden dar el salto a una hegemonía sindical desde la que arremeter contra lo político y lo institucional, en una especie de movimientismo redentor y populista.
Coincidimos que en este momento no estamos para jugar a pequeña. CCOO de Euskadi estará si es para resolver la situación de la negociación colectiva y si se rehace de forma coordinada una política fiscal en Euskadi. Eso abre puertas a hablar de más cosas. No estaremos para poner aspirinas en forma de medidas parciales que pasen de perfil por la necesidad para nosotros clave, de recomponer la asignación de rentas no sólo como elemento de justicia redistributiva, sino como elemento de actuación económica.