Las preferencias entre los viajes a pie, en bicicleta o en automómil presentan un dilema, además del peligro que acarrea la invasión de espacios entre unos y otros. La calzada -parte de la carretera destinada a los vehículos- y la acera -destinada a peatones- se definen por oposición. Y cuando uno invade el espacio del otro surge el problema. Los vehículos difícilmente van por las aceras -el ancho no lo permite- pero los ciclistas sí pueden ir por la calzada. Sería su espacio, pero corren el riesgo de ser atropellados por los coches, dado que el ancho de la calzada impide circular ambos a la vez.
Todo está pendiente de soluciones urbanísticas, que cada cuál tenga su espacio de movimiento y que todos nos eduquemos en vialidad, respetemos los semáforos, cedas el paso, pasos de cebra o carril de bicis y así no tendremos que vernos necesitados de urgencias médicas que provocan las soluciones intermedias.
Ya hemos ostentado el título de Vitoria-Gasteiz Green Capital y hemos dejado pelos en la gatera. Uno de ellos es la coordinación de los tres medios que tenemos y usamos para movernos por la ciudad, a pie, en bici o en coche.