se han detectado restos de carne de caballo en algunos productos en los que no debían estar y se retiran del mercado. "Que nadie se preocupe porque sólo se trata de un posible fraude. No son en absoluto nocivos para la salud..." Cuando nos enteramos de esto hace ya algunos días recordé que ya había vivido episodios similares en el pasado. También eran goteos parecidos de noticias más o menos alarmantes -alarmistas, las llamaban- que las autoridades siempre trataban de amortiguar en un principio apelando a la "absoluta" seguridad para los ciudadanos cuando, en realidad, lo que se intentaba era o bien proteger los intereses económicos del sector afectado o bien tapar la propia negligencia por la ausencia de rigor en los controles que, se supone, están garantizados por los responsables pertinentes. Me acuerdo del aceite de colza en España, de la bacteria E. Coli escocesa, de las vacas locas británicas, de la carne caducada alemana, de la leche contaminada china, de los quesos con gusanos franceses... Al final, cuando ya los muertos o enfermos eran demasiado evidentes, las autoridades se echaban las manos a la cabeza y reconocían a regañadientes el problema. Pues bien, la chorrada de la carne de caballo, en este caso irlandesa, se complica ahora con la detección de un antiinflamatorio para el consumo humano en equinos sacrificados para su estudio. Hamburguesas, lasañas, salsas... La cosa empieza a liarse porque ya se asume que pueden ser nocivas para la salud. Otro escándalo en ciernes.