"Nuestro viejo partido se está convirtiendo en un partido viejo". La sentencia la pronunciaba el que hoy será reelegido por cuarta vez secretario general del PSE-EE, Patxi López, nueve días después de que su partido consumara en las elecciones del 21 de octubre uno de los más espectaculares descensos a los infiernos electorales; cerrando así un ciclo congresual que se inició en lo más alto de la ola -recién llegados a Ajuria Enea, habiendo rozado la Diputación guipuzcoana, ostentando las alcaldías de dos de las tres capitales de la CAV- y concluye al borde del precipicio. Sin embargo, la sentencia de López, que reclamaba un "cambio profundo de ideas, organización y personas", amenaza con quedar en buena medida diluida en el mismo temor que atenazó al PSOE en su último Congreso Federal, que hace un año prefirió refugiarse en el continuismo y eligió a Alfredo Pérez Rubalcaba -por cierto, con el activo apoyo de López y el PSE casi al unísono- como secretario general. El socialismo vasco se enfrenta al reto de abandonar el filo de la navaja y ese reto tiene una fecha: las municipales y forales de 2015. De momento, ese "cambio profundo" va a obviar el apartado de "personas". Los pesos pesados del partido continuarán al frente -incluso parece que seguirá Jesús Eguiguren- y sólo en Araba se ha abierto debate sobre esa continuidad. La dirección vasca aspira a cerrar este fin de semana esa disputa entre sector oficial y renovadores, para evitar que el próximo fin de semana acaben enfrentándose dos listas en el congreso territorial. Al margen de otras consideraciones, cabe preguntarse si ese esfuerzo que la dirección vasca del PSE ha puesto en echar un manto sobre la crisis en el socialismo alavés -la máxima expresión fue colocar a López como número uno por Araba para las autonómicas-, o incluso en intentar evitar que se pueda producir una confrontación de ideas el 17 de febrero, casa con esa voluntad de "cambio profundo" de organización. Las ponencias y las enmiendas a debate este fin de semana plantean iniciativas interesantes en materia orgánica y a veces poco definidas en materia política. El PSE se mueve en el filo. Lo fácil sería ceder al pánico atávico que los partidos padecen a la renovación. Pero para no caer en el abismo sólo queda dar pasos firmes y quienes tendrán que darlos, parece, serán quienes caminaron hasta el precipicio.
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