se acabó parte de la buena vida para los funcionarios. O eso parece. O quizá no. Bueno, ya veremos. Aparte de quitarles por decreto el 7% del sueldo -la mal llamada paga extra- les zumban a partir de mañana mismo con la retirada de algunos derechos hasta ahora incuestionables. Hablo de los empleados públicos a cargo de las arcas generales del Estado, está por ver qué ocurrirá con los autonómicos pero todo se andará. Los recortes principales añadidos a la eliminación de la extra -que dicen les devolverán tarde o temprano aunque sea en planes de pensiones- son la reducción de los días libres por asuntos propios de seis a tres y, sobre todas las cosas, la disminución del sueldo a la mitad a partir del quinto día de baja. Una barbaridad... a no ser que las bajas largas se esfumen como por ensalmo a partir de ahora. Si eso pasa, los gobernantes tendrán razón y dejará de ser una leyenda urbana aquello de las enfermedades fantasma y el absentismo laboral por la jeta. Muchos de ustedes, sobre todo los que no son funcionarios, dirán que vaya recortes de las narices, que con la que está cayendo ya firmaríamos todos convenios así. No sé si verdadera la intención del Gobierno es la de mejorar las condiciones y la imagen del colectivo -como aseguran- o ir dándose la libertad para jodernos a la mayoría amparándose en el precedente de meter media mano en los hasta ahora intocables trabajadores públicos. El alegrarse por el mal ajeno, para entendernos la envidia cochina, es muy habitual. Pero a mí me da más miedo que otra cosa.