si están ahora leyendo esta Mesa de redacción es porque ayer, al menos a la hora nocturna que escribo estas líneas, finalmente no se produjo el anunciado fin del mundo y DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ha podido llegar hoy a sus manos. Aunque no estoy muy seguro de que, gracias al empeño de un puñado de compañeros que contra viento y marea militamos en esta cabecera y estamos dispuestos a apechugar, este periódico no hubiera salido a pesar de todo, con o sin fin de mundo. No les oculto cierta decepción por no haber vivido el cataclismo mundial de la profecía maya, porque ya puestos, con las no pocas adversidades, desalientos y zancadillas que últimamente nos depara la vida o la crisis, de perdidos al río, oigan. Y no deja de tener su punto de fascinación un mágico final del mundo con la espectacular poética del testamento de San Juan o con la gracia de la genial película Así en el cielo como en la tierra de José Luis Cuerda, con la angelical voz de esos escolares cantando Apocalipsis bajo la batuta de Agustín González o con la determinación del dios padre Fernando Fernán Gómez pidiendo que le acerquen el palomo enjaulado para presidir el juicio final en el ruedo ibérico. Pero nada de eso. Parece que dejaremos el fin del mundo para mejor ocasión. Como dijo Paul Éluard, "hay otros mundos, pero están en este" o, como suele proclamar un viejo colega y amigo, "la vida es dura, pero no hay más que una". Así que seguiremos peleando con la realidad y tirando. Y como les decía, DNA estará en los kioskos, aunque sea para contarles el fin del mundo.
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