jose hizo Económicas en Sarriko, es directivo de un banco, tiene tres hijos, un piso en la calle General Álava, una pecera y un apartamento en Tarragona. Terminar de estudiar -una licenciatura universitaria superior, por supuesto- después de una simpática juventud significaba para un varón cualquiera de clase media el inicio de otra carrera bastante más seria que comenzaba por hacer prácticas de trabajo por recomendación, al poco tiempo colocarse en una empresa boyante -en un puesto fijo, por supuesto- y comprarse un buen coche. El guión seguía por ahorrar para la entrada -porque "alquilar es tirar el dinero"-, meterse en una hipoteca y poner el piso -de la mano de su novia y de su madre, o futura suegra, o ambas a la vez- inmediatamente antes de casarse por todo lo alto, con tarta, puro, vídeo y album de fotos en piel. Luego -más o menos en este orden o muy similar- viene la promoción a un puestazo, el primer embarazo, la segunda residencia de verano, el otro o los otros dos críos, la pecera de la sala, las extraescolares, las noches en el txoko y para cuando quiere uno darse cuenta, el mayor ya está en la universidad, cursando una carrera superior, por supuesto, y vuelta a empezar. Pero el hijo mayor de Jose se encuentra ahora con que pasa de la carrera, no tiene perspectivas de trabajo ni por recomendación, no le financian la opción de encandenarse a una hipoteca, ha tenido y tendrá varias novias, le da vértigo ser padre y de la pecera, ni hablamos. Su aita dice que lo que pasa es que los jóvenes de hoy ya no tienen valores.