Abro la prensa del domingo y un titular de El País me llama la atención. "El multipartidismo no se ajusta a una sociedad cohesionada como la china". Mira tú qué bien. El entrevistado se llama Pan Wei, al parecer, uno de los grandes pensadores de la corriente neoconservadora de China. En honor a la verdad, a mí tampoco es que motive demasiado la gestión que en Occidente hemos hecho de la democracia. Pero bueno, leo el titular y me digo, espera, que los periodistas somos todos malos malosos, gente sin escrúpulos que nos levantamos por la mañana con el objetivo de hundir la carrera política a alguien, seguro que la frase está sacada de contexto. Pues no: "En Occidente los partidos son responsables ante sus electores, pero China es diferente. Nosotros no somos una sociedad dividida y el partido no tiene que responder ante un grupo social, sino ante todos los ciudadanos". Ha sido leer esto y pensar en Un mundo feliz o en 1984. Y no se crean, que reparte unas hostias como panes al partido -el partido es el Partido Comunista Chino, claro-. "Estaba antes ligado, muy ligado al pueblo, pero con el paso del tiempo se ha burocratizado", dice Wei, que apunta a la corrupción como su principal problema y que no duda en afirmar que "todos los estudiantes se hacen del partido con el único objetivo de tener un puesto en la Administración". Así que el bien es que la sociedad no esté dividida, que todos respiremos a la vez y pensemos lo mismo. Y lo mismo es que el partido es dios. Si lo hacemos así, seremos felices. El partido la puede cagar, como también critica Wei, pero tengamos fe en que rectifique. A fin de cuentas, es dios.
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