Quien no puede ejercer plenamente sus derechos fundamentales a la vida, a la dignidad en todas sus necesidades de: salud, trabajo, vivienda, educación, etc, no puede conseguir el pleno desarrollo de la personalidad y por tanto no vive en un Estado social y democrático de derechos.
Yo cumplí la mayoría de edad al final de la dictadura y con mucha ilusión dije sí a la Constitución como Norma Fundamental para vivir en un Estado de Bienestar real, pero tristemente desde hace mucho tiempo dije no a esa Constitución y con mucha razón. Como la Quijote del siglo XXI con la plena confianza en la Constitución, pensando que me protegía, primeramente expresaba quejas verbales, como no tenía respuestas presentaba quejas escritas, hasta al Defensor del Pueblo, reclamando derechos que están en la Constitución como sanidad, educación, trabajo, vivienda, etc, siempre me han dado la razón, ¿y qué? Todo es una farsa: los poderes financieros, las grandes multinacionales y los representantes del pueblo no han hecho posible que la democracia sea una realidad. Desde hace mucho tiempo la fiesta nacional del 6 de diciembre para mí es como el 6 de enero: la pérdida de la ilusión, de la inocencia.
Victòria Tur