se entiende por consenso de Washington un listado de políticas económicas consideradas durante los años 90 por el Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial, con sede en Washington. El objeto era razonar el mejor programa económico que los países latinoamericanos deberían aplicar para impulsar el crecimiento. Es muy sencillo hacer la comparativa con la troika actual, formada por el FMI, la Unión Europea y el Banco Central Europeo, pero merece la pena observar la comparación entre las medidas antiguas y las actuales para ver cuáles fueron más efectivas. La historia del ser humano tiende a repetirse, aunque siempre vestida de otras formas. El caso más simple es el paso del pan y circo romano al deporte actual. Pero hay muchos más. La corrupción persiste, pero de otras formas; la aparición de burbujas, también. En todo caso, estudiemos estas políticas.

Se les obligó a los países a tener disciplina presupuestaria, sin déficit. Los efectos los conocemos. Por fin el FMI ha abierto el debate acerca de la necesidad de hacer el aterrizaje más suave. Pero el problema de la deuda da para mucho. No somos conscientes de lo que supone gastar de los Presupuestos Generales del Estado 38.000 millones en intereses. Medida discutible.

Se hizo un reordenamiento del gasto público, fomentando los subsidios al crecimiento, a los pobres, la educación, la salud pública, la investigación y las infraestructuras. La idea es suprimir gasto inútil e improductivo. No hemos visto un gran reordenamiento de gastos, salvo lo que se han llevado los intereses de la deuda. Medida positiva.

Se hizo una reforma impositiva tomando bases más amplias a tipos de interés moderados. Esta medida puede beneficiar a las grandes fortunas y tiene cierto aire ideológico. Medida discutible.

Liberalización financiera en los tipos de interés y tipo de cambio de cada país. Esta medida no la podemos aplicar debido a que el tipo de interés lo lleva el BCE y todos los países de la zona euro tenemos la misma moneda. En un caso extremo se podría evaluar la vuelta a las monedas antiguas, pero es un tema tabú. Medidas inaplicables.

Liberalización del comercio internacional. Los estudios empíricos demuestran que abrir el comercio es bueno para la economía, pero tiene problemas a corto plazo para las empresas de un país que no son competitivas. En todo caso, el consumidor gana. Es lógico liberalizar el comercio a no ser que las empresas afectadas sean estratégicas en términos económicos o medioambientales. Medida positiva con matices.

Eliminación de las barreras a las inversiones extranjeras directas. Siempre será bueno que otras empresas entren en un país a no ser que se aprovechen de la riqueza del mismo (la mayor parte de las veces son casos de corrupción logrando contratos ventajosos a cambio de comisiones) como posteriormente ocurrió en algunos casos. Medida positiva con matices.

Desregulación de los mercados. Hay que ver qué tipos de mercados. Todos sabemos lo que ha ocurrido con la desregulación de los mercados financieros (todavía persiste, existen muchos productos financieros que se venden en una especie de banca en la sombra). A esta desregulación habría que añadirle más transparencia. Medida a profundizar.

Protección de la propiedad privada. Esta medida estaba pensada para evitar expropiaciones de los gobiernos. Salvo que la explotación de una propiedad distorsione de forma apreciable al resto de agentes económicos, la cosa está clara. Medida positiva.

Los resultados fueron muy negativos al comienzo, positivos a largo plazo. ¿Fueron por esas medidas? En la vida real la relación causa efecto es mucho más compleja de lo que nos parece. Los expertos económicos (acusados de hacer todo desde su torre de marfil sin evaluar las características propias de cada país cual hombres de negro) dirán que estás son las mejores medidas posibles pero que sus efectos se notan muy tarde. Los críticos dirán que como esas medidas no sirvieron y generaron contracciones económicas, las personas tuvieron que potenciar la microeconomía y el autoempleo logrando la mejora posterior por ellos mismos, desde abajo. ¿Quién tiene razón?