DEMASIADO tarde para Amaia. Igual que para Miguel Ángel, un granadino que tomaba la misma dramática decisión ante el inminente desahucio de su vivienda hace apenas tres semanas. Demasiado tarde para los 37.092 desalojos autorizados por los juzgados en el Estado solo en la primera mitad de 2012, según la Asociación Hipotecaria Española. Un detalle da la medida del calibre de este drama social: escuchar al juez decano de Barakaldo, Juan Carlos Mediavilla, apenas logrando contener la emoción, tras asistir al levantamiento del cadáver porque era el juez de guardia, reclamar a la clase política que haga lo que tiene que hacer, que reforme la ley. No es muy habitual una imagen de un juez encargado de un caso haciendo declaraciones a los medios en el lugar de los hechos. No ha sido solo este magistrado. Circula un informe de varios jueces proponiendo medidas legales para paliar esta emergencia social de primer orden, un informe que por cierto se quitó de encima con bastante displicencia el Consejo General del Poder Judicial. Lo decía muy expresivamente el juez decano de Bilbao, Alfonso González, hace unos días: "No queremos ser meros cobradores del frac". Al clamor social se ha sumado el judicial, con el respaldo por cierto de las instancias jurídicas de la Unión Europea, que el jueves mismo advertían del carácter abusivo de la normativa sobre desahucios en España y de la desprotección a la que están sometidos los consumidores. Y los políticos, como desgraciadamente casi siempre, han llegado tarde. El miércoles PSOE y PP alcanzaban un principio de acuerdo para abordar una reforma legal que proteja más eficazmente a las personas afectadas por procesos de desahucio. Ayer, tras conocerse la trágica historia de Barakaldo, el Gobierno dijo que va a acelerar esa iniciativa. El mensaje enviado por los partidos sobre cómo forzarles a tomar decisiones para solucionar los problemas de la ciudadanía no puede ser más desesperante, desolador y antidemocrático: han tenido que suicidarse dos personas en las últimas semanas, que se sepa, para que tomen cartas en el asunto. Tiene que haber fórmulas eficaces para contener esta sangría que deja a familias en la calle mientras engorda el parque de viviendas vacías en poder de un sistema financiero que ha recibido ingentes cantidades de dinero público. Y tienen que materializarse ya, que no vuelva a ser tarde para nadie.
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