Después del asedio informativo que nos llega tras la dramática muerte de tres jóvenes en el Arena de Madrid sobre si tenían permiso para el aforo previsto, entradas de más, porteros de menos o puertas reglamentarias, me pregunto cómo es posible permitir en un local cerrado la asistencia de más de 10.000 jóvenes de marcha, en un día festivo donde el alcohol se destilará por hectolitros y las condiciones de salubridad y oxígeno en el local disminuye en picado.

En mi profesión, cuando se estudiaba un espacio para criar gallinas o pollos, se proyectaba un sistema de ventilación forzada para garantizar el aire en cantidades suficientes y, por normativa comunitaria, se estipula el número de gallinas o pollos por unidad de superficie. ¿Es que las personas merecen menos preocupación que estas especies animales?