si se detienen en la página 23 del periódico comprobarán que Vitoria-Gasteiz está sumida en una peligrosa espiral de envejecimiento. La edad media de sus habitantes es de 42 años y ya es superior el número de familias con mayores que con menores. Las consecuencias negativas de esta tendencia son evidentes: falta de relevo generacional, aumento de gasto en sanidad, rebaja del número de cotizantes, problemas para sostener la economía... Todos los expertos lo avisan, los políticos y responsables de las empresas también son conscientes del problema en ciernes. Pero nadie hace nada por evitarlo, si acaso escupir algún alegato que otro sobre el egoísmo de la generación actual, que prefiere vivir mejor a atarse con más críos de la cuenta con la merma de ocio y el aumento de gastos que eso conlleva. No digo que no haya algo de esto. Todos los que tenemos hijos sabemos lo complicado que es disfrutar de un espacio propio. Pero no creo que sea ésta la principal razón del egoísmo de los treintañeros actuales. Me inclino más a pensar en el temor a la crisis, la desconfianza hacia el futuro que genera la falta de trabajo o la inestabilidad laboral como principal freno a la procreación. Pero hay más. Seguimos sin adecuar los horarios del trabajo y de los colegios para una mayor conciliación familiar. Nos tiramos dos o tres horas al mediodía sin hacer nada y luego nos estresamos con extraescolares y deberes. Tampoco hay guarderías adaptadas a los padres y madres que trabajan. No me extraña que muchos dejen de ver atractivo el tener hijos, la verdad.