los datos de paro que acaba de hacer públicos en Eustat, que se vienen a sumar a las últimas demoledoras estadísticas del Inem y a los 7.500 desempleados no contabilizados en la CAV que descubrió Lanbide en el traspaso de prestaciones, confirman las peores previsiones de que el repunte del crecimiento de la economía no es capaz de absorber a los trabajadores que la crisis ha dejado fuera del mercado de trabajo, ni de abrir oportunidades a aquellos que tratan de incorporarse por primera vez y que se ven abocados a seguir en una rueda de eterno período de formación, una situación en la que se encuentran ya 800.000 jóvenes vascos, como ilustran los casos de Koldo, Arkaitz, Iñigo o Ruth, los chavales alaveses protagonistas del reportaje que publicó ayer DNA. Y es que el desempleo juvenil hasta los 24 años puede alcanzar este año el 40%, según la OCDE. Esta situación dibuja un cuadro preocupante por sólo por las sombrías perspectivas de futuro que perciben los jóvenes, sino también por sus consecuencias humanas en la estructura de una sociedad en la que un llamativo y dramático porcentaje del 3,9% de los hogares tiene a todos sus integrantes en situación de desempleo, como ocurre con 4.200 familias alavesas. No es de extrañar, por tanto, que el discurso político esté fuertemente condicionado por la exigencia social de respuestas ante este inquietante panorama socioeconómico. El primer debate electoral de los candidatos a diputado general de PNV, PSE y PP moderado por DNA la pasada semana -así como la mayor parte de las intervenciones de los asistentes- estuvo impregnado por este contexto. Los incentivos a la contratación de jóvenes, el apoyo financiero a las pymes y autónomos, el impulso a la internacionalización de las empresas vascas o abrir el melón del debate fiscal desde una óptica de progresividad son algunas de las medidas que urge abordar para la creación de empleo. Algunas de ellas han sido puestas sobre la mesa por el decálogo que acaba de presentar el PNV, mientras el discurso del PP hace hincapié en una política de férrea austeridad en el sector público sin que merme su capacidad inversora. Son al menos algunas líneas de actuación que abren un horizonte y el Gobierno de López también debería apresurarse en tomar este toro por los cuernos.
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